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Como crecer en Cristo

Por: Mendoza Daniel
Como crecer en Cristo
Fecha: Lunes, 06 de febrero del 2017 ID: 201700000036

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Dios quiere tener un encuentro personal contigo a solas, todos los días. Quizá esto te sorprenda, pero piénsalo por un momento: cuando aceptas a Jesucristo como Señor y Salvador, pasas a ser un integrante de la familia de Dios, un hijo de Dios. Puedes llamar Padre a Dios. Cualquier buen padre o madre tiene ganas de pasar tiempo con sus hijos; a veces con todos ellos juntos, pero a veces con cada uno de ellos a solas. Así es como una persona llega a conocer realmente a otra, al pasar tiempo con ella.

La mejor manera de conocer a tu Padre celestial es pasando tiempo a solas con él. Puedes hacerlo leyendo su Palabra y hablando con él en oración. Puedes hablar con Dios en cualquier momento del día: de camino al trabajo, preparando la comida, poniendo una lavadora o estudiando en la escuela. Aunque también necesitas un tiempo en el que puedas prestarle al Señor toda tu atención, sin distracciones.

Quizá en tu caso lo mejor sea por la mañana, antes de comenzar el día, cuando tu mente está despejada. O quizá sea mejor por la noche, cuando termina el día y te preparas para un buen descanso y haces planes para el día siguiente.

Cualquiera que sea tu momento del día, sé constante y disciplinado en tu encuentro con Dios. Jesús se levantaba temprano para orar y se iba a un lugar tranquilo (Lucas 5:16). Nosotros haríamos bien en seguir su ejemplo. Para ese tiempo que pasarás a solas con Dios no es necesario tener un orden establecido, es igual que cuando pasas tiempo con tu madre o tu padre. Primero un saludo, después una breve oración pidiéndole a Dios que bendiga ese tiempo juntos. Luego querrás leer algo de su Palabra, la Biblia.

Si estás comenzando a conocer la Biblia, seguramente te resultará más interesante el Evangelio según San Juan, porque es aquí donde el plan de salvación de Dios está hermosamente resumido en un solo libro. Si lees cada día un capítulo de Juan, podrás leer todo este evangelio en menos de un mes. Al terminar de leerlo quizá quieras continuar con el libro de los Hechos, para ver la manera en que los primeros cristianos compartían su fe con quienes les rodeaban. Compartir tu fe es una de las cosas más importantes que puedes hacer para Dios.

Si no estás familiarizado con la Biblia, quizá prefieras una versión en español actual. Busca la recomendación de tu pastor o consulta en una librería cristiana. Mientras lees la Biblia, medita en lo que dice. Meditar quiere decir pensar seriamente en las cuestiones espirituales. Significa pensar detenida, serena y profundamente en Dios: en su misericordia, en cuántas cosas hermosas hizo por ti, en lo que va a seguir haciendo y en lo que quiere que hagas para él.

Leyendo la Biblia y meditando seguramente encontrarás:

  • Una promesa especial para ti.
  • Orientación para las decisiones diarias.
  • Un mandato que debes seguir.
  • Un pecado o una necesidad espiritual en tu vida que se hace muy evidente de repente.
  • Un versículo que te hablará de forma especial y que querrás memorizar.
No leas demasiado rápido ni trates de avanzar mucho de una sola vez. Tómate tiempo para analizar todo lo que Dios tiene para ti en la lectura de ese día. No es necesario correr en tu tiempo a solas con Dios, especialmente si pasas tiempo con él todos los días.

Después de un tiempo de lectura y meditación, habla con Dios en oración. Háblale igual que lo harías con un padre o una madre terrenal que te ama y que sabes que desea lo mejor para ti, y que quiere ayudarte de todas las maneras posibles.

Quizá no sepas exactamente de qué hablar con Dios. Estas sugerencias pueden ayudarte:

  • Puedes alabarlo por lo que él es: el creador y el sustentador del universo que aun así se interesa por cada uno de nosotros.
  • Puedes agradecerle por todo lo que ha hecho, lo que hace y lo que ha prometido hacer por ti.
  • Puedes reconocer delante de él aquellas cosas que hiciste, dijiste o pensaste y de las cuales te arrepientes. Dios nos dice que quiere y puede perdonarnos nuestros pecados (1 Juan 1:9).
  • Puedes orar por tu familia. Tenemos un compromiso especial de orar por quienes están cerca de nosotros.
  • Puedes orar por otros: amigos o vecinos que tienen necesidades tanto físicas como espirituales.
  • Puedes orar por ti mismo. Pídele a Dios que te guíe en todo lo que acontezca ese nuevo día. Pídele que te ayude a resolver algún problema; que te prepare oportunidades en las que puedas servirlo.

Haz una lista de lo que necesitas pedirle a Dios, para no olvidar nada y para registrar sus respuestas. (En algunos casos él podrá decir “sí”, en otros “no” y en otros “espera”). Lleva tu lista en una pequeña libreta o en tarjetas de un tamaño que se pueda meter fácilmente en el bolsillo o la cartera.


Si has tenido tu tiempo a solas con Dios por la mañana, continúa tu día fortalecido y preparado para lo que pueda venir. Si tu encuentro a solas con él fue por la noche, acuéstate confiando en su cuidado, preparado para descansar y listo para un nuevo día de servicio para Dios; también, haz lo posible por pasar un tiempo a solas con él tanto por la mañana como por la noche.

Y recuerda que puedes orar al Señor en cualquier momento, en cualquier lugar (en la escuela, el trabajo, la casa) y sobre cualquier asunto que necesites, o para agradecerle algo que hayas recibido. Igual que haría un padre o una madre, Dios se interesa por todo lo que te sucede. Dios está esperando deseoso que llegue el momento de vuestro encuentro a solas.

El secreto

Me encontré con Dios por la mañana,
Cuando el día prometía lo mejor,
Y su presencia vino como el alba…
Como algo grandioso en mi interior.
Todo el día junto a mí yo lo sentí;
Y navegamos en perfecta calma
Aunque el mar no cesara de arreciar.
Vi otras naves, azotadas por las olas,
Vi otras naves tan llenas de aflicción,
Pero esos vientos que a ellas arrastraban
A la nuestra llenaban de paz y de quietud.
Luego, recordé otras mañanas…
Y, avergonzado, mi conciencia me acusó,
Pues también yo, soltando las amarras,
Muy tristemente… de su presencia me alejé.
Creo haber el secreto ya aprendido
Al ver frustrados mis caminos vez tras vez:
Debes buscar al Señor por la mañana,
Si en todo el día quieres la compañía de él.
Ralph S. Cushman
Spiritual Hilltops (Adaptado)

Este artículo está bajo una licencia de Creative Commons.

Proverbios 24:1-2 (RVR 1960)

No tengas envidia de los hombres malos, ni desees estar con ellos; porque su corazón piensa en robar, e iniquidad hablan sus labios.

Palabras Claves: Crecer en Cristo Jesucristo

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