La primera cuestión que se plantea en cuanto a la motivación que lleva a un cristiano a jugar la lotería es: ¿Quieres ser rico para qué? Al convertirse en un jugador compulsivo, en la búsqueda del enriquecimiento, en cualquier modalidad de juego de azar, deberé tener siempre disponible una cantidad de dinero para sostener esta compulsión.
(Los juegos de azar son aquellos en los que los que tienen suerte son los que ganan con el azar de los otros jugadores, debido a la diferencia de probabilidades entre la suerte y el azar. Como las probabilidades de la suerte son escasas, son más los que tienen mala suerte, de ahí que tales juegos son sostenibles a través de las pérdidas de los jugadores que financian a los que van a tener suerte.
La suerte de ganar o perder no depende de la habilidad del jugador, sino exclusivamente de una contingencia natural basada en una realidad producida llamada probabilidades matemáticas. La esencia del juego de azar es la toma de decisión bajo condiciones de riesgo, conociéndose el reglamento.
Así, la mayoría de estos son juegos de apuestas cuyos premios están determinados por la probabilidad estadística de acierto y la combinación elegida.
Cuanto menor es la probabilidad de obtener la combinación correcta, mayor es el premio porque aumenta la cantidad o probabilidad del azar en relación a la suerte.
El pecado es no prestar la debida prioridad en el uso de este dinero, que estoy usando para hacer apuestas, en lugar de aplicarlo en las zonas muy importantes de mi vida y mi familia. La mayoría de las veces la familia del jugador es quien más sufre, primero por testificar el encarcelamiento del ser querido, según por sufrir en carne propia los trastornos y miserias causadas por el vicio del juego.
Alguien podría decir: “- Pero Pastor, yo no juego todos los días, sólo hago un “salto de fe de vez en cuando”. En el libro de Isaías en el capítulo 55.1,2 dice: A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura”.
Y otros dicen: “- Pastor, mire la crisis financiera que estamos viviendo! ¡Mire el desempleo! ¡Y tengo más, si gano voy a dar una bolada -gran suma de dinero- a la iglesia!”.
¡Mis amados, huyan de esta ilusión! No se olvide que Dios no necesita el dinero del rico para sostener su obra, vea lo que dice Proverbios 13.11: “La riqueza de procedencia vana disminuirá, pero quien la junta con el propio trabajo la aumentará.
Proverbios 23.4.5: No te afanes por hacerte rico; sé prudente, y desiste. ¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas? Porque se harán alas como alas de águila, y volarán al cielo”.
Otro pecado que se esconde detrás de las riquezas, es el hecho de que es una entidad, incluso un potestad que Jesús mismo llamó “Mamom”. Mateo 6.24:
“Nadie puede servir a dos señores; porque odiará uno y amará al otro, o será leal a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y al Mammon”. (Versión King James actualizada).
Siendo un dios, Mammon (dinero) va a requerir la adoración, la relación y la prioridad. Ahora podemos entender el motivo de tantas familias destruidas o camino de la ruina, porque los cónyuges, en este afán del enriquecimiento, están invirtiendo una gran suma de tiempo en esta utópica búsqueda de “tener”.
Ganar la lotería nos dará la ilusión de poder adquirir las “cosas”, como si eso fuera el objetivo primero de nuestras vidas. Sólo vea lo que Jesús dijo al respecto en Lucas 12.15:
“Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”.
Amado hermano, nuestro proveedor es el Señor, Deuteronomio 8.18: “Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día”.
No sea presa fácil de las presiones del mundo y de los deseos de la carne, quien se dirige por el camino del juego, en busca de las riquezas, está caminando a pasos agigantados hacia la destrucción y la muerte, 1 Timoteo 6.9,10: “Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores”.
Si por algún motivo, pasamos por una fase de desempleo o crisis financiera, debemos buscar sabiduría y la solución en el Señor, que seguramente nos dará un escape.
En cuanto a promociones de supermercados, u otras empresas cualesquiera, que, por algún motivo, “quieren regalarle al cliente” sorteando algún cupón vinculado a alguna compra, un celular, etc., no hay problema alguno, ya que no “apostamos dinero”, sino que nos brindaron un bien.
Seamos sabios en la aplicación de nuestro dinero, pues “dónde este nuestro tesoro allí estará nuestro corazón”.
Por Armando Taranto Neto: Articulista, maestro en sociología de la religión, graduado y post-graduado en teología bíblica.