¿Es pecado que un cristiano se haga un tatuaje? Así está registrado en el libro de Levítico 19.28: “Y no haréis ningún rasguño en vuestro cuerpo por un muerto; ni en tu cuerpo imprimir ninguna marca. Yo soy el Señor”(Versión Almeida Actualizada).
” Y no haréis cortes en el cuerpo como una señal de pesar por la muerte de nadie, ni haréis tatuaje. Yo soy el Señor”, (Versión King James Version)
¿Cuál es el origen del tatuaje? En 1991 fue descubierto el más antiguo tatuaje en un cadáver congelado de un hombre de la Edad del Cobre (3.300 a.C). Este hombre fue apodado “Otzi” por los científicos.
En su cuerpo se encontraron varias líneas en la región de la espalda, puños, tobillos, pies y rodillas. Después de avanzados estudios se descubrió, a través de rayos X que había degeneraciones óseas exactamente donde estos tatuajes estaban.
Se llegó entonces a la conclusión de que el pueblo de “Otzi” utilizaba los tatuajes como parte de un tratamiento para disminuir el dolor.
Con el paso del tiempo y el avance de las civilizaciones, los tatuajes ganaron otros significados. De acuerdo con National Geographic, los bailarines del funeral de Egipto, alrededor del año 2000 antes de Cristo, tenían estos mismos signos abstractos de puntos y rayas que se encuentran en momias femeninas de este período.
Esta vez los tatuajes asumían un significado espiritual y religioso cuando representaban a “Bes”, la diosa egipcia de la fertilidad y protección de los hogares.
Los romanos tenían una concepción completamente contraria al tatuaje, pues mientras algunas civilizaciones adornaban sus cuerpos con diseños y técnicas variadas, no se hacían tatuajes por creer en la pureza de la forma humana. Siendo así, los tatuajes eran prohibidos y reservados sólo para los criminales y los condenados.
En Japón el tatuaje es una práctica ampliamente difundida desde el siglo 5 a.C. usada para el embellecimiento del cuerpo o para marcar criminales, el arte llegó a ser prohibido en 1870. Hoy, miembros de los Yakuza (mafia japonesa), son identificados con tatuajes específicos.
En nuestros días, el tatuaje fue despenalizado por la sociedad y las personas de todas las edades son tentados y animados a hacerse de ellos. El tatuaje siempre estuvo relacionado con las cuestiones espirituales. En la representación de una entidad de protección tribal (tatuajes tribales) o directamente ligadas a un dios o espíritus guardianes. Así es, desde el congelado “Otzi” hasta nuestros días, aunque las personas que las utilizan desconocen.
En la época de Deuteronomio, el Señor prohíbe que los israelitas asuman los diversos comportamientos abominables de los pueblos filisteos paganos, de las tierras que habrían de heredar.
No debemos confundir “Ordenanzas de la Ley” con “Principios Bíblicos Espirituales, Morales y Sociales”. No hacer cortes en los cuerpos en homenaje a los antepasados muertos y no imprimir marca (tatuaje) en la piel no son “Ordenanzas de la Ley”, sino “Principios Espirituales”, y estos principios del Antiguo Testamento no pierden su validez en el Nuevo Testamento, los principios bíblicos son inmutables.
El uso de versículos como Apocalipsis 19:16: ” Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES” para justificar que la Biblia autoriza el tatuaje como: “Jesús llevaba tatuaje” esto es al menos un crimen hermenéutico y exegético.
Veamos el texto original transliterado del griego Koine:
“ kaì échei epì tò himátion kaì epì tòn meròn autou ónoma gegramménon. Basileùs basiléon kaí kýrios kyríon.”
Si traducimos este versículo este dice: “y tiene en el manto y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores” .
“…la traducción más apropiada a Apocalipsis 19.16 sería:”y tiene sobre la prenda, es decir, [que está] este nombre: Rey de reyes y Señor de señores”, (Carlos Augusto Vailatti). Entendemos entonces que la inscripción está en la ropa, no en el cuerpo.
No hemos sido llamados a involucrarnos con las pasiones y concupiscencias de este siglo, mucho menos escogidos para ser “iguales”, “uno más”, por el contrario, debemos hacer la diferencia siendo diferentes.
Debemos ser portadores de las marcas más exclusivas de un Hijo de Dios en este mundo perdido, pero no el tatuaje, sino el fruto del Espíritu y las cicatrices de los sufrimientos de nuestra fidelidad al Señor Jesús y el Santo Evangelio; así enseña el apóstol Pablo en Gálatas 6:17: “Por lo demás nadie me cause molestias, porque yo llevo en mi cuerpo las marcas de Cristo”.
El cristiano no debe ser influenciado por los modismos de la actualidad y mucho menos inclinarse a los pecaminosos “encantos” del tatuaje. Estamos conviviendo en el mundo con un “ganado que ha sido marcado” por el enemigo de nuestras almas. Quien marca tiene la posesión, así de simple. Que el Señor nos guarde a preservar nuestro cuerpo, el Templo del Espíritu Santo de Dios.
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Por Armando Taranto Neto, articulista, maestro en sociología de la religión, graduado y post-graduado en teología bíblica. Pastor auxiliar en AD Mutua – RJ.