Las naciones más desarrolladas están enfrascadas en oficializar el uso de chips de seguridad en el cuerpo humano, como fórmula mágica para controlar el estado de salud de las personas, prevenir secuestros o socorrer en el menor tiempo posible a las víctimas de accidentes o agresiones físicas graves que podrían poner en riesgo su existencia.
Tanto en Estados Unidos, como en países de Europa, la comunidad asiática y algunos puntos de Latinoamérica discuten el uso masivo de estos equipos, promoviendo mejores costos que faciliten su adquisición.
Hasta el momento y debido a su alto costo solo ha sido utilizado por millonarios que temen por sus vidas o por su libertad.
Pero la propuesta ha generado resistencia de algunos sectores que entienden que esto no es más que un nuevo mecanismo de control de la privacidad de las personas, ya que donde quiera que vaya una cámara oculta le estará vigilando bajo el alegato de protección.
No obstante, se discuten variables para hacer que se establezca este método como mecanismo de seguridad sin que los individuos se sientan acorralados.
La mayor justificación para el uso de estos dispositivos es el crecimiento de los secuestros a miembros de familias millonarias y el riesgo de ser la próxima víctima, principalmente niños y adolescentes.
Los estadounidenses de fortuna están ya insertando bajo su piel un minúsculo chip, muchas veces del tamaño de un grano de arroz, mediante el cual pueden ser localizados por satélite hasta en las guaridas de los delincuentes.
La empresa estadounidense Verichip Corp, por ejemplo, usa esta tecnología desde hace años para identificar a personas con graves problemas de salud o para encontrar a ancianos que se extravían, aunque fue en el año 2003 cuando la empresa mexicana Soluciones de Localización Satelital (Solusat), filial de la Applied Digital Solutions (ADS) decidió utilizarlo como medio de lucha contra los secuestros.
Conocida como “Verichip”, el chip de silicio, del tamaño de un grano de arroz, iba destinado al gran público. Su precio rondaba los 175 dólares y tenía un costo de mantenimiento anual de 48,5 dólares, según datos publicados por la Agencia EFE, que también revelan que de acuerdo a las previsiones de la empresa, unos 10.000 habitantes de México usarían el “Verichip”, en el primer año, con enfermos de los hospitales incluidos.
Los diarios mexicanos reportan que más de 2.000 ciudadanos tienen instalado el chip que cuesta 4.000 dólares, mas una cuota anual de mantenimiento de 2.200 dólares. Esto es calificado como un lujo en un país donde en 2007 hubo 751 secuestros según las estadísticas oficiales, aunque el Instituto Ciudadano de Estudios Sobre la Inseguridad habla que el chip fue diseñado inicialmente por la firma mexicana de seguridad Xega para rastrear vehículos.
Sin embargo, frustrada por la imposibilidad de encontrar a su dueño secuestrado en 2001, la empresa decidió fabricar un prototipo para humanos, lo que le ha dado excelentes resultados para hallar a personas perdidas, entre ellos enfermos mentales, niños autistas o adolescentes con problemas de personalidad.
UTILIDAD
El chip de seguridad humano es una cápsula de vidrio en forma de un grano de arroz que se inyecta con una jeringa en el brazo, entre la piel y el músculo sin que se note. Este dispositivo fue utilizado inicialmente, también, como marcapasos en personas con situaciones crónicas del sistema sanguíneo y que funciona automáticamente las 24 horas del día facilitando la circulación de la sangre sin obstáculos.
De acuerdo con las explicaciones de la referida empresa, cuando el chip se utiliza para la prevención del delito es un aparato que activa un alarma de control cuando la persona está en peligro.
Sólo basta con presionar un botón, silente para el agresor, que se encuentra en la parte externa del dispositivo y que sólo deberá conocer la propia persona que lo posee. Esto alerta a los organismos de seguridad para su localización y rescate.
La literatura técnica del equipo da cuenta de que la llamada de auxilio llega a los organismos de socorro a través de un transmisor situado en el interior del chip que envía una señal de radio a un receptor más grande que tiene el cliente y que cuenta con un sistema global de localización.
La empresa Xega ve el secuestro como una industria en crecimiento, por lo que lo ha llevado a Colombia, Brasil, Venezuela, El Salvador, Honduras y otros países suramericanos donde la inseguridad sigue siendo uno de los mayores problemas.
Sin embargo, la activista estadounidense Katherine Albrecht, quien defiende los derechos de privacidad, declaró a la cadena de noticias Reuters que “el chip era un artilugio ostentoso que sólo identificaba a una persona y no podía ubicar a alguien sin otro dispositivo más grande con tecnología GPS”, un dispositivo que según ella, los delincuentes pueden encontrar fácilmente y destruirlo. Mientras, las posibilidades de colocar chips se seguridad en distintos lugares que puedan proteger la vida del individuo en riesgo sigue latente y en discusión, contemplándose la posibilidad de que se utilicen en los vehículos de manera secreta, que sólo lo sepa su propietario; en los hogares, empresas, bolsos de mujeres, paraguas, celulares y numerosos objetos de uso personal.