A todos no sobra una piedra cuando alguien cae y sobre todo cuando es alguien a quien conocemos, amamos y nos falla, cuando creíamos que esta persona sería la única que jamás escogería fallarnos.
La noticia de que un pastor estadounidense apostató de la fe y que posteriormente atacó a los de su iglesia me conmovió, porque al leer su declaración solo pude ver un corazón herido, desilusionado y confundido de su convicción que tanto defendió y sirvió.
Todos tenemos derecho a caer más de alguna vez de la gracia, y no sé qué es más doloroso, si la caída o las lanzas, las piedras y las espadas juiciosas de aquellos que creen ser más firmes y más santos que aquel que cayó.
Este amado pastor, lo llamo así porque aún lo ama Dios, y estoy seguro que al Señor le dolió su caída por su pecado cometido, porque esa es la reacción de Dios, una reacción de gracia, de misericordia, de lentitud en cuanto a su ira, pero no sé hasta donde tenemos nosotros ese nivel de gracia cuando cae uno de nuestros líderes, hermanos o pastores.
Toda iglesia debería cuidar a su pastor y cuando digo esto me refiero a que no sea un lisonjero, lamebota, lamesuelas o un adulador, sino un amigo espiritual interesado en poder ayudarlo cuando lo necesite.
Los pastores necesitan ser pastoreados, necesitan ser escuchados, necesitan ser apacentados y todo pastor debería buscar de eso en su iglesia o en su denominación, y la misma iglesia debería ser consciente de que la salud física, psicológica y espiritual del pastor es vital para tener una iglesia sana.
Decidí opinar al respecto porque hace tiempo desde Noticia Cristiana he publicado muchas notas informativas de pastores que se han suicidado, y que el detonante de sus acciones ha sido la depresión, y que en el campo ministerial esto se reduce a que las investigaciones afirman que el ministerio pastoral es uno de los trabajos más tensos entre todos los tipos de trabajo.
¿Los pastores deben ser lo más santos?
Hay muchos pastores que son renuentes a que los ayuden, muchos de ellos aparentan ser muy fuertes y que pueden con todo, pero muchas veces eso no es más que una reacción a su temor, a no querer revelar su debilidad porque piensan que los pastores deben ser los más santos, los más maduros los más intachables, los más íntegros, en realidad debería ser así porque son el ejemplo más palpable en la iglesia, pero no siempre está eso en ellos como a uno le pasa cuando es simplemente un creyente.
Uno desearía ser más íntegro, más santo, menos carnal, más lleno del Espíritu, pero la carrera a la santidad es un camino angosto que no acaba y cuando pastoreas personas -y lo sigo diciendo es más fácil pastorear animales que personas- estás tan interesado por el bien de la iglesia que
el pastor descuida su vida espiritual que termina siendo “candil de la calle y oscuridad de su casa espiritual”.
No seamos tan fariseos, tan sepulcros blanqueados o tan cretinos, muchas veces los pastores descuidan su vida espiritual y cuando digo esto, no es que ande en pecado pastoreando, sino que los ministros de Dios, por darles su tiempo a las ovejas, se olvidan que ellos necesitan tiempo a solas con Dios, necesitan tiempo para sanar las heridas que le hacen las ovejas, que les hace el lobo en el diario trajín de lidiar con personas que muchas veces son más cabros que ovejas.
Los ministros del Señor necesitan tiempo para hablar con alguien, para escuchar un consejo, para ser abrazados, para sentir ese amor fraternal o simplemente para escuchar: Pastor, gracias por su arduo trabajo, lo amamos siga adelante y aquí estamos para ayudarlo para que Dios lo siga usando para su gloria.
No puedo explicar con palabras el valioso trabajo que realizan los pastores en las iglesias, sobre todo cuando entienden que “el buen pastor su vida da por las ovejas”.
La mayoría de los buenos pastores literalmente han dado su vida por las ovejas, porque llegan a amarlas que en su vida no han desempeñado otro trabajo que el apacentar el rebaño del Señor por muchos años, tratando de ser los más genuinos en su trato.
Creo que pocos han tenido la decencia de acercarse a su pastor para animarlo, honrarlo y estimarlo por amarlos tantos, hasta el extremo de soportarlos, tolerarles sus berrinchadas carnales, y dejar las 99 ovejas e ir en busca de ellos como la oveja 100.
Aunque muchos ya no crean que volverán al redil, aquellas ovejas negras alguna vez los fuimos y gracias a ese amor de pastor nos volvimos a Dios.
Me llama mucho la atención de que los suicidios de pastores han ocurrido en Estados Unidos y Brasil, pero también en ambos países muchos ministros de Dios han muerto predicando en el púlpito para darme un ejemplo de hombres de valor,dispuestos a darlo todo por el reino de Dios.
Yo no me quiero meter a detallar o a refutar bíblicamente si el pastor o el cristiano que se suicidó perdió la salvación, no me compete a mí ese juicio porque sé que la gracia de Dios tiene muchos ministerios.
Sin embargo, creo firmemente que esto que sucede a nivel mundial e indica el plan del diablo por destruir al ángel que Dios puso en la iglesia y para que las mismas las ovejas despedacen como lobo al siervo que el Señor usó como instrumento para llevarlos a los pies de Cristo.
Para concluir quiero señalar que me duele leer del pastor que renunció y apostató diciendo que muchas veces hay poca genuinidad en el cristianismo y en la misma iglesia y que eso lo caló al pastor y lo fue drenando hasta no creer más en Dios, para terminar diciendo que tras 20 años en el pastorado, la Biblia sonaba a mitología griega.
“Todo el sistema está repleto de abuso. Y no sólo de arriba abajo, ciertamente hay líderes de la iglesia abusivos, pero los líderes de la iglesia también son abusados por sus fieles. Las personas de la iglesia son muy buenas unas con otras”, dijo.
También me llama la atención de que todo su discurso se refiere a que la iglesia se volvió en su contra y lo obligó a salir permanentemente.
Yo sé que el trato de un pastor comparado con un creyente es muy diferente, pero, aunque no dicen si el pastor tuvo una mediación, un proceso de disciplina, investigación de la falta de cual se le acusaba, una iglesia no puede hacer diferencia a la hora de tratar el pecado cuando cae uno sus miembros. No puede ser más duro con unos y con otros más suave.
Tal vez la forma en cómo trató la iglesia el pecado del pastor fue el detonante para que él se justificara y siguiera en adulterio por un año como dice el diácono de la iglesia. Sin embargo, aunque la iglesia tiene toda la razón de destituir a su pastor de su cargo, toda iglesia debería tener mecanismos de gracia para tratar por igual todo pecado y reaccionar con gracia redentora a todo aquel que cae.
Todo pastor jamás debería decir que “ser pastor lo está matando”, porque estaría diciendo que apacentar las ovejas de Dios no valen la pena.
Desde esta plataforma digital insto a la iglesia compasiva, misericordiosa y llena de gracia que abrace, apoye, ame y aliente a su pastor, el ángel de la iglesia. Sin estos siervos de Dios qué sería de la iglesia, véalo como lo que es un siervo del Señor que no es perfecto pero que necesita de su ayuda para cumplir con su trabajo en la obra de Dios.
Si le es difícil hablar personalmente con él, mándele un mensaje de aliento cada semana, inclúyalo en sus oraciones, en sus ayunos, cuando lo vea abrácelo y estimúlelo con palabras o con algún obsequio, entienda que él es el mayor blanco de Satanás, nunca se sabe qué impacto tendrá lo que haga usted por él, pero sé que esto contribuirá al reino de Dios.