DISTRITO FEDERAL DE BRASIL.- La maquinaria pesada se utilizó para demoler una iglesia, acusada por el gobierno de estar “ilegal”. Los fieles protestaron, algunos lloraron, otros hicieron oraciones. La escena es muy similar a lo que ocurre con frecuencia en China, pero en ese caso se trata del Distrito Federal de Brasil.
El gobernador Rodrigo Rollemberg, del Partido Socialista de Brasil (PSB), hace honor al nombre de la sigla a la que pertenece y mantiene la tradición marxista de oponerse a la libertad de culto.
El caso más reciente fue el derribo de una iglesia de la Asamblea de Dios, acusada de haber sido construida en área pública, en el parque próximo al Palacio del Jaburu, residencia del presidente Michel Temer.
El caso acabó involucrando al diputado Marco Feliciano (PSC / SP) que llegó a la audiencia a condenar la demolición, afirmando que el terreno es propiedad de la iglesia “hace más de 50 años” y que consideraba la acción “actitud digna de una dictadura”.
El Gobierno del Distrito Federal (GDF) rebotó, a través de la presidenta de la Agencia de Fiscalización del Distrito Federal (Agefis), afirmando sólo que los “evangélicos deben respetar la ley”.
El caso de la Asamblea de Dios derribada el mes pasado no está aislado. De acuerdo al informe de la RedeTV, son 32 templos derribados por el GDF sin previo aviso y sin negociación. En muchos casos, fueron derribados con todos los equipos aún dentro del edificio.
La actitud es vista como “intolerancia” por los religiosos. Obviamente, los fieles fueron sorprendidos con la truculencia en algunos casos con la participación de la policía.
Daniel de Castro, abogado de la Asamblea de Dios Madureira, hace una alerta: “Desde el momento en que comienzas a patrocinar el derrocamiento, ella [administración Rollemberg] deja de hacer justicia y comienza a ser justiciera. En ser justiciera, está siendo selectiva. En siendo iglesias yo entiendo que está habiendo persecución religiosa. El Congreso Nacional necesita golpear el ojo para eso, pues es una clase que no le gusta mucho a la iglesia no”.
El senador Magno Malta (PR / ES) también se manifestó sobre los derribos: “Es persecución a quien predica valores. Ellos odian las cosas de Dios. Él es uno de los mayores defensores férreos de la ideología de género”.
El gobernador no respetó a las personas que intentaban impedir las demoliciones. Llegó a hacer una reunión con los líderes religiosos del Distrito Federal, diciendo que iban a parar. Sin embargo, al día siguiente, otro templo fue destruido.