Juan 1:14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
¿Qué es exactamente la gracia? ¿Y está limitada a la vida y ministerio de Jesús? Quizá te sorprenda saber que Jesús nunca usó la palabra en sí. Él sólo la mostró e igualmente importante, Él la vivió. Además, la Biblia nunca nos da una definición como tal aunque la gracia aparece a través de sus páginas, no solamente la palabra misma sino en numerosas demostraciones de ella. El entender lo que significa la gracia requiere que vayamos a un viejo término hebreo que significa doblarse o agacharse. Con el tiempo se incluyó la idea de un favor condescendiente.
Si has viajado a Londres, quizá hayas visto a la realeza. Si es así, quizá hayas notado la sofisticación, el aislamiento, la distancia. En ocasiones la realeza en Inglaterra hará noticia debido alguien en los rangos de nobleza se detendrá, se inclinará y tocará o bendecirá a un plebeyo. Eso es gracia. No hay nada en el plebeyo que merezca ser notado o tocado o bendecido por la familia real. Pero debido a la gracia en el corazón de la Reina, existe el deseo en ese momento de hacer una pausa, inclinarse para tocar o aún bendecir a alguien.
El antiguo pastor y estudioso de la Biblia Donald Barnhouse quizá lo describió mejor: “El amor que sube es adoración, el amor que va hacia el exterior es afecto, el amor que se inclina es gracia”
El mostrar gracia es extender un favor o bondad a alguien que no lo merece y nunca podría ganarlo. Recibir la aceptación de Dios por gracia siempre está en gran contraste con ganarla a base de las obras. Cada vez que el pensamiento de la gracia aparece, está la idea de ser inmerecida. De ninguna manera el receptor está recibiendo lo que merece. El favor simplemente se está extendiendo por la bondad del corazón del dador.
“Cuando el pensamiento de la gracia aparece, trae la idea de ser inmerecida”
Por Charles Swindoll