1 Ped 2:4 Acercándoos a él, piedra viva
La descripción de Pedro de Cristo como piedra viva es paradójica porque las piedras no están vivas. De hecho, a veces decimos que algo está muerto como piedra. Sin embargo el simbolismo de Pedro es profundo porque incorpora maravillosamente tres realidades de Cristo.
Primero, Jesús es el Mesías judío esperado. El Antiguo Testamento se refirió al Mesías como una piedra, y Pedro incorporó esos textos en su descripción de Jesús en 1 Ped 2:6-8 “He aquí que yo he puesto en Sion por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable; el que creyere, no será decepcionado” (Isa 28:16), “La piedra que desecharon los edificadores Ha venido a ser cabeza del ángulo” (Salmo 118:22) y piedra de tropiezo y una roca de ofensa (Isa 8:14) El paralelo es obvio y sería especialmente significativo para los lectores judíos de Pedro. Las expectativas de los judíos piadosos a lo largo de la historia fueron cumplidas en Cristo. ¡Dios cumplió Su promesa de enviar al Mesías!
En segundo lugar, Jesús es una roca en cuanto a que es el punto focal de su casa espiritual, la iglesia. La palabra griega traducida “piedra” en el verso 4 se refiere a veces a las piedras utilizadas en proyectos de construcción. Eran cortadas y cinceladas para hacerlas caber perfectamente en una ubicación específica y eran prácticamente inmovibles. No sólo es Jesús una piedra, Él es la piedra angular, la cual es la piedra más importante en todo el edificio. De Él, la iglesia saca su simetría espiritual.
Finalmente, Jesús está vivo. Esa es una descripción apropiada porque todo lo que Pedro dijo en su epístola, está basado en el hecho de que Jesús está vivo. Esa es la esperanza del creyente y la base para cada privilegio espiritual que tienes. Has nacido de nuevo para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos (1 Ped 1:3)
Curiosamente, la interpretación literal de 1 Pedro 2:4 es: acercándonos a Él como piedra viva. Cristo es la única piedra, la piedra que posee vida. Todos los que vienen a Él reciben vida eterna (1 Juan 5:11)
Por John MacArthur