1 Pe 2:4 Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa
Una vez leí sobre una conversación en el Museo de Louvre en París. Uno de los directores del museo, un hombre con una gran apreciación por el arte, escuchó a dos hombres discutir sobre una obra de arte. Un hombre le dijo al otro: “no me parece muy buena esta pintura”, el director se sintió obligado a responder a la declaración del hombre y le dijo: “apreciable Señor, si me permite interrumpir, esa pintura no está en juicio, usted sí. La calidad de esa pintura ya ha sido establecida. Su desaprobación simplemente muestra la fragilidad de su capacidad de apreciación”
Del mismo modo, Jesús no está en juicio ante los hombres, los hombres están en juicio delante de Él. Él ya ha sido aprobado por el Padre. Aquellos que arrogantemente lo hacen a un lado como indigno de su devoción, simplemente demuestran su incapacidad de reconocer el tesoro más precioso de todos.
Pedro dijo: “Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; y el que creyere en él, no será avergonzado. Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, la piedra que los edificadores desecharon, ha venido a ser la cabeza del ángulo; y: Piedra de tropiezo, y roca que hace caer” (1 Ped 2:6-8) Ante los estándares de Dios, Jesús es la perfecta piedra angular. Pero los líderes de Israel tenían estándares defectuosos de medición. Ellos lo habían examinado de cerca pero lo rechazaron porque no cumplía con su concepto de Salvador. Tristemente, millones de personas a lo largo de la historia han seguido su ejemplo.
Al decirles a otros acerca de Cristo, muchos lo evaluarán con el estándar equivocado y lo rechazarán. Otros lo evaluarán de acuerdo al estándar de Dios y lo encontrarán precioso más allá de todo. En cualquier caso, tú sé un testigo fiel, sabiendo que un día Su valor total será proclamado por todos (Filip 2:10-11).
Por John MacArthur