MEXICO.- Establecido por la Iglesia Católica, el 2 de noviembre se celebra el “día de finados”. Pero ese día de los muertos tienen una fuerza cultural impar en México. En ese país, la fecha, de origen prehispánico, es una de las más importantes del año. Octavio Paz, dijo cierta vez que: “Nuestro culto a la muerte es un culto a la vida”.
Fue a partir de México que comenzó a extenderse con gran velocidad el culto a la “Santa Muerte”. Su figura está representada por un esqueleto vestido con una túnica, como si fuera una virgen. Ayer fue la fecha en que normalmente recibe más atención.
Esta forma de devoción, ya profesada por miles de personas que rezan y encienden velas a la figura de la muerte, ganó fuerza por ser considerada “protectora” de los traficantes y todos los que infligen la ley.
Organizada como culto contemporáneo, alrededor de 1965, ganó popularidad por ofrecer la idea de que la divinidad permite que ellos continúen con sus actividades violentas y que ella va a perdonarlos por sus actos. Como personificación de la muerte, representa para sus fieles protección, justicia y un paso seguro de esta vida a la siguiente.
Se estima que hoy tiene cerca de ocho millones de adeptos en México. La mayoría tiene menos de 30 años y vive en áreas pobres. Sabiamente posee muchos seguidores en diversos países por toda América Latina, incluyendo algunos que no poseen habla española como Estados Unidos e incluso Brasil.
Hay registros que la secta llegó hasta países como Japón, Australia y Filipinas. “No hay un nuevo movimiento religioso que pueda competir con la velocidad de este crecimiento”, dijo Andrew Chesnut, un experto en religiones. Lo más curioso es que el crecimiento es espontáneo. A diferencia de la mayoría de las sectas, no hay un sistema organizado, ni líderes mundiales carismáticos. Poco a poco ha ganado visibilidad en la cultura pop, como parte del guión de la serie Breaking Bad o el personaje en la animación infantil “El Libro de la Vida”.
La Santa Muerte viene ganando popularidad tan grande que hasta el Vaticano se ha manifestado contrario. El cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Pontificio Consejo para la Cultura, hizo duras reprimendas a los católicos que la siguen. “La mafia, el tráfico de drogas y el crimen organizado no son formas religiosas. Aunque la Santa Muerte es usada de manera religiosa, no forma parte de nuestra religión. Es un elemento blasfemo. Es una degeneración”, advirtió.
Para el investigador José Gil Olmos, autor de un libro sobre el tema, el éxito del culto a la muerte “es un reflejo muy claro de la crisis en la Iglesia Católica en sus niveles más bajos. Sus brechas están siendo llenadas por otros cultos y creencias.
En la creencia popular, la Santa Muerte es vista como aquella que acepta a todos. Al contrario de lo que se enseña en las iglesias, ella “bendice” prácticas como el aborto, el matrimonio homosexual y, por supuesto, atiende a pedidos para matar a los enemigos de sus fieles.