Efe 3:20 y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros.
A través del Espíritu Santo, Dios les da a Sus hijos todo el poder espiritual que necesitarán para vivir una vida cristiana.
Es un gozo saber que los dones espirituales no son como los juguetes cuyos paquetes dicen “se requiere baterías” lo que el Espíritu provee no depende de baterías que se acaban. En cambio, cuando el Espíritu asegura nuestra nueva vida en Cristo, Él también nos capacita y fortalece con todo recurso espiritual que necesitaremos para servir a Cristo y ministrar a otros.
El Espíritu Santo toma de una fuente infinita de fortaleza y poder como Pablo lo indica en Efesios 3:20. En el verso 16 acababa de orar para que los efesios fueran “fortalecidos con poder en el hombre interior” Pablo estaba seguro de que el Espíritu de Dios puede hacer mucho más en las vidas de los creyentes de lo que la mayoría de nosotros pudiera imaginar. Muchos de nosotros no pasamos más allá de la frase “a Aquél que es capaz” y con ese fracaso limitamos cuánto puede hacer el Espíritu Santo en y a través de nosotros.
Pablo tenía mucho más que un entendimiento teórico del poder infinito de la provisión del Espíritu, lo experimentó de primera mano. Aun cuando él fue llevado al límite físicamente y espiritualmente, él dijo: “estamos afligidos en todo, mas no angustiados, en apuros, mas no desesperados, perseguidos, mas no desamparados, derribados pero no destruidos” (2 Cor 4:8-9) No podemos atribuir su perseverancia interna a ninguna otra fuente más que el Espíritu Santo.
No importa cuán difíciles o desalentadoras nuestras circunstancias se vuelvan, tenemos el mismo Espíritu. Si somos obstaculizados, no tenemos que estar frustrados. Si estamos desconcertados no tenemos que estar desesperados. Si somos perseguidos no tenemos que enfrentarlo solos. Si estamos muriendo de una enfermedad física, podemos estar vivos en corazón y espíritu. Nuestra persona externa puede estar exhausta y en apuros, pero tenemos la seguridad de que nuestro hombre interior está siendo renovado con fortaleza fresca diariamente del Espíritu Santo (2 Cor 4:16)
Por John MacArthur