Lucas 11:23 (11:17-23) El que no está conmigo, está contra mí.
Un político latinoamericano dijo en cierta ocasión en que se estaba elaborando una ley sobre el divorcio: “No estoy ni a favor ni en contra, sino todo lo contrario.” Esta frase es una muestra de la debilidad de quienes no se animan a tomar partido por una causa.
Ésa fue también la postura de Poncio Pilato. Este procurador romano recibió presiones de la multitud que gritaba: “¡Crucifica a Jesús!”, y de su esposa, que le dijo: “No tengas nada que ver con ese justo.” Y optó por lavarse las manos para declararse inocente. Sin embargo, y aun sabiendo que Jesús era inocente, lo entregó para que lo crucificaran. Sin tomar partido, Pilato terminó siendo el responsable de sentenciar a Jesús a muerte.
Pilato es un ejemplo claro de lo que Jesús afirma en Lucas 11: en cuanto a nuestra relación con Dios, no hay términos medios; o estamos con él, o estamos en contra de él.
Hay muchas personas que se declaran indiferentes a las cosas de Dios, diciendo que no son ni buenas ni malas. Pero en Dios no hay nada de indiferente. Él no fue indiferente a nuestra condición de perdidos y condenados, sino que tomó partido y engendró a su Hijo para enviarlo al mundo para salvarnos. Ahora Jesús declara enfáticamente que no se puede ser indiferente a su persona y a su obra: o estamos con él, o estamos en contra de él.
No quisiera ni por un momento estar en contra de aquél que tiene el poder sobre la vida y la muerte. ¿Cómo estar en contra de quien mostró estar a favor de nosotros? Es cierto que a veces actuamos como para hacerle la contra a Dios, siguiendo nuestros propios caminos. Pero Jesús nos recibe nuevamente y nos llama a estar a su favor, para que nuestra vida pueda ser bendecida desde ahora y hasta la eternidad.
Gracias, Padre, por haber obrado a nuestro favor. Amén.