Lucas 5:4 Lleva la barca hacia aguas más profundas, y echen allí las redes para pescar.
De este pasaje podemos aprender la importancia de la participación humana. Por cierto, la pesca fue milagrosa, pero ni el pescador, ni la barca ni los implementos de pescar quedaron en el olvido, todos se usaron para pescar a los peces. Y mientras el sistema de la gracia de Dios permanece, el Señor emplea métodos particulares, tales como la predicación, para salvar a las almas."Dios, en su sabio designio, dispuso que el mundo no lo conociera mediante la sabiduría humana, tuvo a bien salvar, mediante la predicación, a los que creen" (1 Corintios 1:21).
Cuando Dios obra sin usarnos como vasijas, él se glorifica, pero él mismo es quien ha escogido el plan de usar instrumentos de su gracia como el medio por el cual se glorifica mayormente en la tierra. Sin embargo, los instrumentos dejados a su suerte acabarán inevitablemente en el fracaso.
Simón Pedro le dijo al Señor: "Maestro, hemos estado trabajando duro toda la noche y no hemos pescado nada" (Lucas 5:5). ¿Por qué motivo lo dijo? ¿No eran pescadores experimentados que desarrollaban su actividad habitual? No hay duda alguna de que no eran nuevos en la profesión y conocían a fondo su trabajo, así que ¿lo estaban haciendo sin habilidad? No, estaban bien entrenados.
Entonces ¿les faltaba diligencia y perseverancia? No, habían trabajado mucho toda la noche. ¿Había ausencia de peces en el mar? Claro que no, porque apenas llegó el Maestro, cientos de peces se arrojaron a las redes. Entonces, ¿cuál fue la razón?.
Es porque en los medios por si solos no hay poder aparte de la presencia de Jesús quien dijo "separados de mí no pueden ustedes hacer nada" (Juan 15:5) Pero "todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:13) La sola presencia de Cristo asegura el éxito. Se sentó en la barca de Pedro y por el misterioso poder de su voluntad atrajo los peces a la red. Y cuando Jesús se alza en medio de su iglesia, su misma presencia es poder de la iglesia, porque la promesa de un Rey está en medio de la iglesia: "Pero yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo" (Juan 12:32).
Que en esta mañana abandonemos nuestro hogar rumbo al trabajo para realizar nuestra tarea de pescar almas, con la mirada puesta arriba y también atentos a lo que nos rodea con gran expectativa. Que trabajemos hasta que venga la noche y que nuestra labor no sea en vano porque Aquel que nos ofrece echar las redes será quien las llene de peces.
Por Charles Spurgeon