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Devocional: Cuando tú eres el ofensor [Parte 2]

Por: Mendoza Daniel
Devocional: Cuando tú eres el ofensor [Parte 2]
Fecha: Jueves, 20 de septiembre del 2018 ID: 201700002251

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Mat 5:23-24 Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.

Digamos que has tenido el valor de acercarte a alguien que ofendiste. Confesaste lo que hiciste con sinceridad. Pediste perdón. Pero la persona se niega a perdonarte.

¿Ahora qué?

Lo más importante para nosotros es recordar que tú eres responsable por ti y yo soy responsable de mí (Rom 12:18), con el motivo correcto, en el espíritu correcto en el tiempo correcto en obediencia a Dios, debemos humillarnos e intentar arreglar las cosas. Dios honrará nuestro esfuerzo.

El ofendido quizá necesite tiempo para salir del shock y que Dios haga un cambio en su corazón. La sanidad a veces toma tiempo. En ocasiones mucho tiempo.

“¿Qué hago si la situación empeora?” otra buena pregunta. Esto puede suceder. Mira, todo el tiempo, el ofendido te ha culpado, pensando todo tipo de males en tu contra. Cuando tú vas a arreglar las cosas, de pronto causas que su balance se salga de control. Quitas tu culpa y lo único que queda es la culpa de la persona que hace un numerito dando lugar a peores sentimientos. Eso no es culpa tuya.

“¿Y si decido simplemente tratar con eso ante Dios sin tener que pasar por la molestia y la vergüenza de hablar con la otra persona?” Siempre queremos facilitar las cosas ¿verdad?

En primer lugar es una contradicción intencional del mandato. Parafraseando a Jesús “Detente, ve, reconcíliate y vuelve” (Mat 5.24) El no ir es una desobediencia directa y puede resultar en que las cosas empeoren.

Digamos que estoy saliendo del estacionamiento de tu iglesia el próximo domingo, me echo en reversa y le pego a tu hermoso Mercedes nuevo. ¡Crunch! Tu estómago se revuelve al verme bajar del carro para ver el daño… y luego hincarme en oración “Señor, perdóname por andar tan preocupado y torpe. Te pido que le des a este hermano gracia cuando vea el daño que le causé, provee todo lo que se necesita para poder arreglarlo. Gracias Señor, amén”

Me subo a mi auto y me voy saludándote con una gran sonrisa y te grito desde mi ventana “todo está bajo control amigo, ya reclamé el daño ante Dios, ¿no es maravillosa la gracia?”

Dime, ¿cómo tomas esto? Tengo mis dudas de que esto de pronto componga las cosas contigo, no importa lo sincero que haya sido mi oración. Tú sabes que eso no te sirve de nada.

El Salvador no dice “simplemente ora y te perdono” de hecho Él dice: “deja de orar hasta que hayas arreglado tu asunto”

Una última pregunta ¿qué sucede si es imposible que me reconcilie porque la persona que ofendí ya murió? Obviamente no puedes contactar a un muerto, en estos únicos casos yo te recomiendo que compartas tu carga de culpabilidad con alguien que confíes. Un amigo cercano, tu cónyuge, tu pastor… Sé específico y amable, ora con esa persona y confiesa abiertamente tu error y la culpa de tu alma. En estos casos, la oración y la presencia de una persona comprensiva pueden proveer la consolación que necesitas.

Cuando tú has sido la causa de una ofensa, es decir, cuando has sido el ofensor, ten un corazón de siervo. Detente, ve, reconcíliate y regresa.

Por Charles Swindoll

ORACIÓN
Padre, quiero tener un corazón humilde para pedir perdón cuando haya ofendido a alguien, fortaléceme para ir a pedir perdón a los que he ofendido, en el nombre de Jesús, amén.

Este artículo está bajo una licencia de Creative Commons.

Ezequiel 34:2-4 (RVR 1960)

Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza, y di a los pastores: Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los pastores a los rebaños? Coméis la grosura, y os vestís de la lana; la engordada degolláis, mas no apacentáis a las ovejas. No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la perniquebrada, no volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia.

Palabras Claves: Charles Swindoll Reflexiones Cuando tú eres el ofensor

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