Isaías 49:15 Pero, ¿acaso se olvida la mujer del hijo que dio a luz? ¿Acaso deja de compadecerse del hijo de su vientre? Tal vez ella lo olvide, pero yo nunca me olvidaré de ti.
Una madre tenía por costumbre, a la hora de poner a sus hijos a dormir, orar por separado con cada uno de ellos mencionando alguna travesura que habían cometido durante el día. Esto era mucho más eficaz que cualquier castigo, porque demostraba el amor sincero de madre que les dedicaba. Muchas veces los hijos se levantaban de la cama y, arrepentidos, abrazaban a su madre con lágrimas en los ojos pidiéndole perdón.
Son muchos los padres que se esfuerzan por dar una buena educación a sus hijos, pero sólo se ocupan de su cuerpo e intelecto, y no de su espíritu. Quienes así actúan, exponen a sus hijos a peligros muy graves, desechando el mejor recurso que tienen disponible para educarlos: la Palabra de Dios.
En Isaías 49:15 Dios nos dice que es muy difícil que una madre olvide a su bebé, o que deje de amar a su propio hijo: "Aun si una madre olvidara a su hijo, yo nunca me olvidaré de ustedes". Dios no nos olvidó, sino que envió a su amado y único hijo para morir en una cruz por nuestros pecados, y darnos así el perdón y la salvación.
ORACIÓN: Padre celestial, te pido que ayudes a todos los padres en la educación de sus hijos. Otórgales sabiduría para que, por medio del ejemplo, les inculquen tu gran amor y así conozcan ellos también al salvador Jesucristo. Amén.