Juan 15:26 Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.
Después de que nos ha atraído a Cristo, el Espíritu Santo nos ayuda a darle a Cristo la preeminencia.
En el mundo espiritual es importante que nuestra atención se mantenga enfocada en la dirección correcta, hacia el objeto de nuestra fe: el Señor Jesucristo. El Espíritu Santo, a través del escritor de la Epístola a los Hebreos, nos ayuda a entender de lo que se trata el enfoque: “…corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” (Heb 12:1-2)
Juan 15:26 es una de las dos referencias en el Evangelio de Juan en donde el Espíritu Santo da testimonio de Cristo (ver también Juan 16:14-15) El comentador León Morris nos dice: “este testimonio no es el fin en sí mismo. Detrás de ello está el propósito de que todos crean a través de él”.
Siempre ha sido el deseo del Espíritu que la gente reconozca la autoridad de Cristo y se someta a Su voluntad (Filip 2:9-13) Así que Pablo nos recuerda que “nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo” (1 Cor 12:3)
Vimos ayer que el poder y la sabiduría del Espíritu son cruciales para que cualquier individuo pueda ser transformado de la condenación espiritual a la vida espiritual. Después de ello, sólo es necesario que descansemos en el Espíritu Santo para que nos mantenga enfocados en Jesucristo y en nuestras responsabilidades de obediencia y servicio a Él.
Qué tonto sería para cualquiera de nosotros que profesa ser cristiano el seguirle a Él mirando a nuestras propias fuerzas en lugar de Su gloria. Se nos olvida que el Espíritu nos ha dado una visión clara de la libertad que viene por seguir a Jesús como Señor: “Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará. Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.” (2 Cor 3:16-17)
Por John MacArthur