1 Ped 1:3 Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos
Cuando Dios te salvó y te otorgó una herencia eterna, no fue porque fueras especial o más merecedor de Su amor y gracia que otros. Fue porque Él soberanamente escogió amarte y extender Su gran misericordia sobre ti. Es por eso que Pablo dijo: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)” (Efe 2:4-5), Él “nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia” (Tito 3:5)
Por Su gran misericordia, Dios aborda la condición lamentable de la humanidad. La gente no regenerada, está totalmente depravada, muerta en sus transgresiones, esclavizados al pecado, maldecidos a la condenación eterna, incapaces de ayudarse a sí mismos y están en una necesidad desesperada de que alguien les muestre misericordia y compasión. Esas son las buenas noticias del evangelio: Dios ama a los pecadores y extiende Su misericordia a cualquiera que está dispuesto a confiar en Él.
La misericordia suaviza la justicia de Dios. El escritor puritano Thomas Watson dijo: “la misericordia endulza todos los otros atributos de Dios… cuando el agua estaba amarga e Israel no podía beber, Moisés echó un árbol en las aguas y se hicieron dulces. ¡Qué amargos y terribles hubieran sido los otros atributos de Dios, si Su misericordia no los hubiera endulzado! La misericordia pone el poder de Dios a trabajar para ayudarnos, hace que su justicia se vuelva nuestro amigo, vengará nuestras disputas (Un Cuerpo de Divinidad Edimburgo, la Bandera de la verdad, 1978 p.94)
El hecho de que Dios permita que simplemente vivamos, habla de Su misericordia. Lamentaciones 3:22-23 dice “Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad”
Sea cual sea tu situación, la misericordia de Dios es más que suficiente para ti. Es más grande que los cielos (Salmo 108:4) así que aliéntate y búscalo siempre.
Por John MacArthur