Efe 5:25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella
—No me quiero casar jamás en mi vida —declaró Mónica.
En sus doce años de vida, ella había visto toda la infelicidad matrimonial que podía aguantar.
Su papá los había abandonado cuando ella tenía apenas tres años. Su mamá volvió a casarse cuando Mónica tenía cinco. Su mamá y su padrastro se llevan bien, pero Mónica sabía que luchaban mucho para lograrlo.
A pesar de todos los problemas matrimoniales difíciles que vemos a nuestro alrededor, la Biblia presenta un cuadro increíblemente positivo del matrimonio. Fue creado por Dios para quitar la soledad (Génesis 2:18). Trae al mundo a la próxima generación (Génesis 1:28). Fue dado para disfrutar (Proverbios 5:18).
Por otro lado, la Biblia nunca esconde el lado difícil del matrimonio. El versículo de Efesios del puño y letra del apóstol Pablo muestra claramente que el matrimonio es muchísimo trabajo. Él no pudo hacer las exigencias del matrimonio más evidentes que diciéndoles a los maridos que amaran a sus esposas como Cristo amó a la iglesia, o sea a los que creemos en él. ¿Cómo, exactamente, nos ama Cristo? ¡Murió por nosotros! Y Pablo no les estaba hablando únicamente a los maridos. El amor que se requiere de una esposa a su marido es igual de grande.
El matrimonio requiere perseverancia a lo largo de los años. Pero hay un secreto para tener un matrimonio duradero y feliz. Es la preparación.
Supón que quieres participar en el triple maratón de Hawai “Hombre de Hierro”. Además de correr un maratón de 42.2 kilómetros, hay que nadar 3.9 kilómetros en el mar y participar en una competencia de ciclismo de 180.2 kilómetros en el sol tropical abrasador. ¿Así que cómo te vas a preparar? Los competidores se entrenan nadando un promedio de 11.3 kilómetros, corriendo un promedio de 72.2 kilómetros y andando en bicicleta un promedio de 373.2 kilómetros por semana.
No puedes despertarte una mañana y decidir intervenir en el triple maratón. Te morirías al intentarlo. Y los oficiales de las carreras ni te dejarían acercarte al lugar de las competencias.
El matrimonio es el evento supremo de perseverancia. La decisión de participar en la carrera es apenas un paso. También requiere una rutina de riguroso entrenamiento para poder llegar al final. Si quieres cruzar la línea de llegada en el matrimonio todavía sonriendo, la preparación comienza ahora.
Cada relación de la que eres parte te prepara para el matrimonio, desde tus relaciones familiares hasta tu amistad con tus padres hasta las relaciones chico–chica que un día vivirás. Puedes prepararte ahora aprendiendo a vivir como vivió Jesús. Aunque no es probable que tengas que dar tu vida por tus seres queridos, sí tendrás que renunciar a veces a algunas cosas en la vida para expresar tu amor.
Por Josh McDowell