Miqueas 2:33 El que abre la brecha marchará al frente...mientras su rey avanza al frente, mientras el Señor va a la cabeza.
Debido a que Jesús ha ido delante de nosotros, las cosas no han permanecido igual que si él jamás hubiera pasado por allí. Él ha vencido a cada enemigo que obstruyó el paso, así que... ¡ánimo guerreros amedrentados! Cristo no solo ha transitado por tu camino sino que destruyó a tus enemigos.¿Le temes al pecado? Él lo ha clavado a la cruz. ¿Tienes miedo a la muerte? Él la convirtió en la muerte de la muerte. ¿Te atemoriza el infierno? Él ha clausurado la entrada para cada uno de sus hijos y ellos jamás atisbarán siquiera el hoyo de la eterna destrucción.
Cualquier enemigo que pueda venir contra el cristiano ya está vencido. Podrán ser leones, pero sus dientes están quebrados; podrán ser serpientes, pero sus colmillos ya se extrajeron; podrán ser ríos, pero los puentes lo atravesaron o son muy poco profundos para vadearlos; podrán ser llamas, pero tenemos trajes antinflamatorios que nos hacen invulnerables al fuego.
La espada que se ha forjado en nuestra contra se desafiló y todo otro instrumento de guerra que el enemigo prepara para nosotros también ha perdido su agudeza. Por medio de la persona de Cristo, Dios ha eliminado todo poder de cualquier cosa diseñada para lastimarnos.
Por lo tanto, el ejército del Señor puede marchar seguro, y puedes continuar gozoso tu camino ya que todos tus enemigos se han vencido de antemano. ¿Qué harás sino marchar e ir tras el objetivo? Tus enemigos están vencidos, fueron derrotados, lo único que tienes que hacer es repartir el botín. Es cierto que con frecuencia te involucrarás en un combate, pero tu batalla será contra un enemigo derrotado. Su cabeza ha sido aplastada (ver Génesis 3:15) y aunque él podría intentar lastimarte, no tendrá las fuerzas suficientes para llevar a cabo sus planes maliciosos. Tu victoria será sencilla y tu tesoro, incalculable.
Proclama en alta voz la fama del Salvador,
El nombre extraordinario de destructor;
Dulce nombre, y le sienta bien
Porque destruye el mundo, el pecado, la muerte y el infierno.
Samuel Melley, 1738-1799
Por Charles Spurgeon