Romanos 8:2 porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.
En el momento en que el Espíritu Santo nos coloca en Cristo, Él también nos libera del poder del pecado y de la muerte.
La tercera estrofa del himno de Charles Wesley “¿Y puede ser?” describe los pensamientos del autor sobre la obra salvadora del Espíritu Santo en su vida:
Mucho tiempo mi espíritu encarcelado estuvo
Enlazado en el pecado y en la naturaleza de la noche.
Tu ojo difunde un rayo
Desperté, ¡la mazmorra fue flameada con luz!
Mis cadenas cayeron, mi corazón fue libre
Me levanté, salí y Te seguí.
Romanos 8:2 deja en claro que cada cristiano puede y debe compartir la alegría de Wesley. En el instante en que por fe abrazamos a Cristo Jesús, el Espíritu nos liberta de la condenación espiritual. Esencialmente, nos volvemos libres para comenzar una nueva vida, diferente de cualquier otra que hayamos conocido.
El Señor Jesús estaba seguro de que la fe salvadora haría tal completa transformación (Juan 5:24) Y el apóstol Pablo no deja duda de que cada persona a quién el Espíritu Santo ha atraído soberanamente al Cuerpo de Cristo también ha sido libertado del poder del pecado y de la muerte: “ Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él, sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere, la muerte no se enseñorea más de él, porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas, mas en cuanto vive, para Dios vive. Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Rom 6:8-11)
Al aplicar activamente esta libertad que tienes en Cristo (ver Col 3:3-10) tendrás la certeza gozosa de que el Espíritu Santo “el Espíritu de vida en Cristo Jesús” siempre estará allí para capacitarte para vencer el pecado y obedecer a Dios.
Por John MacArthur