Efe 4:1 Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados.
Comparado a caminar dignamente en Cristo, nada es realmente importante.
Dios nos ha escogido y llamado para que seamos parte de Su familia, y Él espera que actuemos como Sus hijos. Él quiere que caminemos dignamente en Cristo y que estemos en unidad.
Para seguir la voluntad de Dios en esto, debemos, con Su ayuda, tratar con nuestros pecados y desarrollar virtudes piadosas. Nuestras vidas deben estar marcadas primero que nada con “toda humildad” (v2) Nos convertimos en humildes cuando nos vemos como pecadores indignos y vemos la grandeza de Dios y Cristo.
El orgullo siempre será una tentación, pero podemos resistirla si recordamos que no tenemos nada por qué estar orgullosos, todo lo bueno que tenemos viene de Dios. Sólo Él merece la gloria, no podemos tomar el crédito. La humildad produce “mansedumbre” que es poder bajo control. La gente con mansedumbre está dispuesta a someterse a Dios y a otros. Puede que se enojen con lo que deshonra a Dios, pero son perdonadores con aquellos que los hieren.
La “paciencia” viene de la mansedumbre. Una persona paciente soporta circunstancias negativas, trata con gente difícil y acepta el plan de Dios para todo. Debemos “amar” a otros soportándolos. El amor cristiano no es egoísta y el soportar no nos deja andar en chismes de las fallas de otros y nos lleva a amar a nuestros enemigos.
La “unidad” (v3) es la meta del andar digno, y sólo los creyentes diligentes que persiguen estas virtudes del andar digno contribuirán a tal unidad. Porque tenemos un Cuerpo, un Espíritu, una esperanza, un Señor, una fe, un bautismo y un Padre, debemos comportarnos como gente unida. Entonces tendremos el testimonio efectivo que Dios quiere para nosotros.
Sólo una cosa realmente importa, desde el momento en que te convertiste en cristiano y hasta el día que veas a Jesús, es: que andes como es digno de Él. Lo que posees, lo que sabes y a lo que te dedicas no son cosas tan importantes.
Por John MacArthur