Hebreos 13:17 Obedezcan a sus dirigentes y sométanse a ellos, pues cuidan de ustedes como quienes tienen que rendir cuentas. Obedézcanlos a fin de que ellos cumplan su tarea con alegría y sin quejarse, pues el quejarse no les trae ningún provecho.
El escritor de la carta a los hebreos dijo que debemos “obedecer a nuestros dirigentes”.
Pero lo que sigue, la parte acerca de que tengamos una actitud que les permita a ellos cumplir su tarea con alegría y sin quejarse, es lo que causa problemas. Para que esto ocurra, tendríamos que ser gentiles cuando nos sometemos a su autoridad, algo que, para la mayoría de nosotros, es difícil de cumplir.
Un ejemplo es Robert, cuya hija de 16 años no respeta las reglas que él le ha puesto.
¿Qué hacer? A Robert se le ocurrió un castigo que le ayudará a su hija a recordar sus obligaciones y, al mismo tiempo, ayudará a alguien más.
Lo que él hizo fue poner el siguiente aviso en un periódico local: “Se ofrece niñera gratis”, y luego explica por qué su hija debe hacer 30 horas de cuidado de niños en forma gratuita.
Personalmente, estoy de acuerdo con la medida tomada por ese papá.
Por otro lado, a la mayoría de nosotros no siempre nos gusta que el Señor, o uno de sus representantes, nos disciplinen por los pecados que cometemos. Con frecuencia nos rebelamos, porque creemos que sabemos lo que estamos haciendo. Pero en realidad no es así. Si verdaderamente supiéramos lo que hacemos, el mundo no estaría como está.
Los cristianos debemos recordar que, cuando el Señor nos disciplina, no es porque nos odia. ¿Cómo podría odiarnos el mismo Señor que entregó a su Hijo por nuestra salvación?
No. Gracias a Jesús podemos estar seguros que el Señor nos ama. Con esto en mente, cuando el Señor nos discipline debemos ser capaces de decir: “que no se haga mi voluntad, sino la tuya”.
ORACIÓN: Señor Dios, perdona mi rebeldía y mi creencia que sé lo que es mejor. Dame sabiduría para reconocer que tú estás a cargo, y fe para confiar en la perfección de tus caminos. En el nombre de Jesús. Amén.