Efe 4:32 Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.
El segundo paso para resolver conflictos pasados es perdonar a aquellos que te han ofendido. Después de animar a Cindy, una víctima de violación, para tratar con el trauma emocional de su violación, le dije: “Cindy, también necesitas perdonar a la persona que te violó” La respuesta de Cindy fue la misma que de muchos creyentes que han sufrido un dolor físico, sexual o emocional por causa de otros: “¿Por qué lo voy a perdonar? ¡No sabes el daño que me hizo!”
“Todavía te está dañando Cindy” le respondí, “El perdón es como detienes el dolor. Tú no lo perdonas por su beneficio, lo haces por tu beneficio”
¿Por qué debemos perdonar a los que nos han herido en el pasado?
Primero, el perdón lo pide Dios. Tan pronto terminó Jesús de decir amén en su oración modelo (la cual incluye la petición de perdón), Él comentó: “si perdonan a otros sus ofensas, su Padre celestial también los perdonará, pero si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará a ustedes las suyas” (Mat 6:14-15) Debemos basar nuestras relaciones con otros con el mismo criterio sobre el cual Dios basa Su relación con nosotros: amor, aceptación y perdón (Mat 18:21-35).
Segundo, el perdón es necesario para evitar la trampa de Satanás. He descubierto por mis consejerías que la falta de perdón es lo número uno que Satanás usa para ganar terreno en las vidas de los creyentes. Pablo animó al perdón mutuo “para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros, pues no ignoramos sus maquinaciones” (2Cor 2:11) La falta de perdón es una invitación abierta para la atadura de Satanás en nuestras vidas.
Tercero, debemos perdonar como Cristo perdonó para evitar la amargura de nuestros corazones. Pablo escribió: “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efe 4:31-32)
Tu acto de perdón pondrá al cautivo en libertad, entonces te darás cuenta de que el cautivo eras tú.
Por Neil Anderson