Filip 2:3 Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo
Una manera importante de prevenir enfrentamientos en la iglesia es estimar a los otros miembros de la iglesia como más importantes que tú.
Humildad de corazón es una expresión del Nuevo Testamento. Había algunos términos similares en escritos seculares, pero ninguno servía para los propósitos de los escritores del Nuevo Testamento. Una forma de la palabra griega era utilizada para describir la mentalidad de un esclavo. Entre los paganos antes del tiempo de Cristo, la humildad nunca fue un rasgo buscado o admirado. Así que el Nuevo Testamento presenta un concepto radicalmente nuevo.
En Filipenses 2:3 Pablo define la humildad al estimar a otros como más importantes que uno mismo. Pero ¿qué tan seguido consideramos a otros de esa manera? Frecuentemente, aun dentro de la iglesia, pensamos justo lo opuesto de lo que Pablo manda. Por ejemplo, a veces somos prontos para criticar a la gente, es fácil para nosotros hablar de las fallas de otros en lugar de las nuestras.
Pero la actitud de Pablo fue diferente. Él conocía su corazón muy bien como para llamarse el peor de los pecadores “Cristo vino a este mundo a salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero” (1 Tim 1:15) El apóstol fue tan humilde como para darse cuenta de que en sus propias fuerzas no era digno del ministerio al que había sido llamado “soy el menor de los apóstoles y no soy digno de ser llamado apóstol” (1 Cor 15:9)
Tu conocimiento de los pecados de otros está basado en sus palabras y acciones externas, no en lo que puedes ver en sus corazones. Pero tú, como Pablo, conoce tu propio corazón y sus defectos de pecado (Rom 7), esto debería facilitar el respetar y honrar a otros antes que a ti. Y cuando hagas eso, estarás ayudando a prevenir conflictos en tu iglesia y contribuirás a la edificación de los creyentes
Por John MacArthur
ORACIÓN
Señor, ayúdame a examinar mi vida, quiero ser humilde de corazón, pues yo sé que das gracia a los humildes y resistes a los soberbios. Me pongo en tus manos, en el nombre de Jesús, amén.