Sal 24:1 De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan.
Dios es dueño de todo y de todos.
Un día cuando John Wesley estaba lejos de casa, alguien vino corriendo a él diciendo: “¡tu casa se ha quemado, tu casa se ha quemado!” Wesley respondió “No, porque no tengo casa. En la que había estado viviendo le pertenece al Señor, y si se ha quemado, es una responsabilidad menos en qué preocuparme”
John Wesley veía sus posesiones materiales desde una perspectiva bíblica, pues la Escritura deja en claro que Dios es dueño de todo. En 1 Cron 29:11 David oró: “todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas” Dios es el único dueño de todo, incluyéndote a ti, tu familia, tu casa y tu coche. Por lo tanto, si pierdes una posesión, realmente no la pierdes porque nunca fuiste el dueño.
Aunque Dios es dueño de todo, Él confía en que seamos administradores sabios de todo lo que nos da. El teólogo Walter Kaiser escribió: “las cosas materiales, los bienes y los recursos naturales son en sí mismos “buenos” porque todos fueron hechos por Dios, esa es la frase constante en la narración de la creación de Génesis 1 “y vio Dios que era bueno”, el uso indebido de bienes proviene de gente impía, olvidando que: (1) son creaciones de Dios, (2) Dios les dio tanto al hombre como a la mujer la capacidad de ganar estas posesiones y (3) los bienes no deben ser exaltados al nivel de máxima o absoluta preocupación y valor, la gente comienza a adorar al mundo creado en lugar de al Creador mismo. Tal idolatría de las cosas de este mundo viola el primer mandamiento y lleva a una distorsión de los valores en la vida” Debemos adorar a Dios como dueño de todas las cosas, agradecerle por todo lo que nos ha confiado y nunca dejar que nuestras posesiones sean la causa de olvidarlo a Él.
Por John MacArthur