2 Timoteo 1:8-9 Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni tampoco de mí, preso suyo. Al contrario, participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, quien nos salvó y nos llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos.
Si hicieras una oración de alabanzas y agradecimiento a Dios por las grandes cosas que ha hecho en tu vida, ¿por qué cosas le agradecerías? A lo mejor por la familia en la cual naciste y creciste, quizás por los momentos difíciles en los cuales sentiste la mano poderosa del Señor en medio a un accidente o una enfermedad, o librándote de la muerte.
Todo eso está muy bien. Pero también sería bueno recordar con gratitud que a través del Evangelio, y por el poder del Espíritu Santo, Dios nos llamó a la fe en Jesús, lo que nos asegura el perdón de todos nuestros pecados y, consecuentemente, la vida eterna. No te olvides de agradecerle siempre a Dios por semejante demostración de amor.
ORACIÓN: Padre nuestro, te alabo y agradezco porque tu amor se renueva cada día. Reconozco y confieso que no existe nadie igual a ti. En el nombre de Jesús. Amén.