Mat 6:21 porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Debemos ser íntegros en nuestra devoción a Dios.
El pastor inglés Martyn Lloyd-Jones contó la historia de un granjero que un día fue felizmente con su esposa y familia para decirles que su mejor vaca había dado a luz a un par de becerritos, uno café y otro blanco. El granjero dijo: “tuve un impulso de pronto de que debemos dedicar uno de estos becerritos al Señor. Venderemos uno y nos quedaremos con la ganancia, el otro también lo venderemos pero daremos las ganancias a la obra del Señor”, su esposa le preguntó cuál sería el que dedicaría al Señor, el contestó: “no hay necesidad de preocuparse por ello ahora, los trataremos de igual manera y cuando llegue el tiempo, haremos lo que yo diga” y se fue. Unos meses más tarde el granjero entró a la cocina con un triste semblante. Cuando su esposa le preguntó qué era lo que tenía, él respondió: “tengo malas noticias que darte, el becerro del Señor murió”
Nos reímos con esta historia porque todos tendemos a hacernos tesoros en la tierra. Queremos ser ricos ante nosotros pero pobres ante Dios. Jesús habló directamente ante esa forma errónea de pensar cuando dijo: “donde está tu tesoro, ahí está tu corazón” (Mat 6:21) Tu corazón y tu tesoro van de la mano, ambos necesitan estar en el Cielo. Nuestro Señor está hablando de una devoción íntegra a Dios y a Su causa la cual no puede ser distraída por el mundo.
Jesús no está diciendo que si pones tu tesoro en el lugar correcto, tu corazón entonces estará en el lugar correcto, sino que donde se encuentra tu tesoro indica dónde está tu corazón. Los problemas espirituales siempre son problemas del corazón. El principio de Dios para Su Pueblo siempre ha sido: “honra a Jehová con tus bienes y con las primicias de tus frutos y serán llenos tus graneros con abundancia y tus lagares rebosarán de mosto” (Prov 3:9-10) ¿Este es el principio bajo el cual vives?
Por John MacArthur