Marcos 1:17 Jesús dijo: “Vengan, síganme”.
“Vengan, síganme”, una directiva muy simple, una invitación que cambia la vida.
Mientras Jesús anduvo por esta tierra, su vida fue una expresión de amor y servicio al Padre. Los discípulos, en su momento, aprendieron de su ejemplo. Ellos lo vieron sanar a enfermos, resucitar muertos, dominar a la naturaleza, y hacer milagros con las cosas del diario vivir –transformar el agua en vino, multiplicar trozos de pan y pescado. Y también lo vieron amar a sus enemigos – hasta el amargo final.
¿Qué entendemos cuando Jesús dice: “Vengan, síganme”? Significa nada menos que hacer lo que Jesús dijo que hagamos: “Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian, bendigan a quienes los maldicen, oren por quienes los maltratan” (Lucas 6:27b-28).
Las palabras de Jesús son bien directas, pero la aplicación a nuestra vida es poco menos que revolucionaria. Piense por un momento: ¿quién hace realmente esas cosas –amar a sus enemigos, hacerle el bien a quienes le odian, bendecir a los que le maldicen, orar por los que le maltratan?
Las palabras de Jesús nos plantean un desafío que requiere acción de parte nuestra. Jesús nos desafía a que amemos con el mismo amor sacrificado con que él nos amó a usted y a mí. Jesús amó a quienes se burlaron de él, a quienes lo golpearon, le escupieron, lo patearon, lo apuñetearon, lo flagelaron, y lo clavaron a la cruz
“Vengan, síganme”, les dice Jesús a quienes están dispuestos a cargar la cruz de la fe y servicio para seguirlo a Él.
¡Qué honor es saber que Jesús nos extiende esa invitación a cada uno de nosotros! Para los que por fe sabemos que la vida, muerte, y resurrección de Jesús ha conquistado nuestros pecados y vencido al padre de las mentiras, la respuesta entusiasta debe ser: “Sí, Señor, te seguiremos”.
ORACIÓN: Padre celestial, ayúdanos a seguir a Jesús, que es la única esperanza del mundo. En su nombre. Amén.