Filip 2:13 porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.
Presentamos a Jesús como el Mesías que vino a morir por nuestros pecados. Le decimos a la gente que si acepta a Cristo irá al cielo cuando muera. ¿Qué hay de malo en ello? Primero, es sólo la mitad del evangelio. Segundo, da la impresión de que la vida eterna es algo que obtenemos cuando morimos. Jesús tuvo que morir por los pecados para poder curar la enfermedad que nos causó la muerte. Luego Él nos dio vida, haciéndonos una nueva criatura en Cristo.
Supongamos que eres una prostituta. Un día escuchas que el rey ha decretado que todas las prostitutas están perdonadas. Debido a que tú eres una prostituta, ¡esas son buenas noticias! Pero ¿necesariamente cambiaría tu comportamiento o tu auto-percepción? Probablemente no. Quizá bailes en las calles un rato, pero seguramente seguirías en tu misma vocación. Te verías nada más como una prostituta perdonada.
Ahora, supongamos que el rey no solo te perdona, sino que te hace su novia también. Eres una reina. ¿Cambiaría eso tu comportamiento? Claro. ¿Por qué quisieras vivir como prostituta cuando eres una reina?
¡La iglesia es la novia de Cristo! Es mucho más probable que promuevas el reino si eres la reina en lugar de una prostituta perdonada. No somos orugas perdonadas, somos mariposas. ¿Por qué quisieras arrastrarte en una falsa humildad cuando has sido llamado a que remontes las alturas con alas como de águila?
“Yo estaría lleno de orgullo si creyera eso” dice el escéptico. ¡Tú estás derrotado si no lo crees! La humildad no es ponerse por debajo cuando Dios quiere edificarte. La auto-marginación tiene la apariencia de sabiduría, pero no tiene ningún valor en contra de la indulgencia carnal según Colosenses 2:23. La humildad es confianza colocada correctamente. Necesitamos ser como Pablo y no poner ninguna confianza en la carne (Filip 3:3) Pongamos nuestra confianza en Dios, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad (Fil 2:13)
Por Neil Anderson
ORACIÓN
Señor, gracias por no solo perdonarme, sino por tomarme como tu novia. Que esta revelación moldee mi caminar contigo hoy, en el nombre de Jesús, amén.