Génesis 39:19-23
Potifar se enfureció cuando oyó el relato de su esposa acerca de cómo José la había tratado. Entonces agarró a José y lo metió en la cárcel donde estaban los presos del rey. José quedó allí, pero el Señor estaba con José en la cárcel y le mostró su fiel amor. El Señor hizo que José fuera el preferido del encargado de la cárcel...
Si alguien supo lo que es un trato injusto, una falsa acusación y el ser víctima inocente, esa persona fue José.
Primero, recibió un trato injusto por parte de su familia. Sus hermanos lo odiaban y quisieron matarlo, pero decidieron más bien venderlo como un esclavo. Luego, su situación se vio de pronto restringida. Se convirtió en un esclavo en un país donde ni siquiera conocía el idioma. En un momento, era un muchacho de 17 años con toda una vida por delante, y en un el siguiente estaba totalmente a merced (en realidad se convirtió en propiedad) de un extraño. Después de todo eso fue falsamente acusado. Luego de ganarse el favor de su amo, Potifar, la esposa de su amo, trato de seducirlo. Cuando no se sometió a sus deseos, ella mintió y dijo: «Este esclavo trato de violarme». Como resultado de sus mentiras, fue injustamente echado en una cárcel y abandonado.
¿Recuerda usted las palabras salidas de la pluma de Isaías cuando éste repite el mensaje de Dios?
Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos son mis caminos, dice el SEÑOR. Como son más altos los cielos que la tierra, así mis caminos son más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más altos que vuestros pensamientos (Isaías 55:8, 9).
Observe cuidadosamente los contrastes. Hay una gran diferencia entre «mis pensamientos» y «vuestros pensamientos», dice el SEÑOR. «Mis caminos» no son como «vuestros caminos». Ellos son más altos; son más profundos, insondables, misteriosos, y yo añadiría: sorprendentes.
Nuestros caminos humanos están basados en lo que parece justo. Creemos firmemente que cuando alguien hace lo correcto, el resultado será recompensas y bendiciones. Y que cuando alguien hace algo malo, habrá consecuencias serias, incluso un castigo. Pero esos son nuestros caminos, no necesariamente los caminos de Dios. Por lo menos, no inmediatamente. Sabemos que el permite que personas totalmente inocentes reciban un trato injusto en sus vidas, por razones más profundas e insondables que esas personas o nosotros pudiéramos jamás haber imaginado. ¡Con que tranquilidad interviene el!
Por Charles R. Swindoll