Efesios 4:26b-27 No dejen que el sol se ponga estando aún enojados, ni den cabida al diablo.
Una historia muy triste ocurrió en París. Ante la muerte de su hermano, una señora invitó a su hijo para que fuera al funeral. Al no recibir ninguna respuesta, esta mujer asumió que su hijo todavía estaba enojado con ella por un pleito familiar ocurrido algún tiempo atrás.
Grande, y dolorosa, fue su sorpresa cuando, al salir del cementerio, descubrió que su hijo yacía enterrado en ese mismo cementerio.
Una historia verdaderamente conmovedora, especialmente cuando el capítulo final podría haber sido diferente si madre e hijo hubieran sabido lo que el versículo de esta devoción enseña.
Cada vez que oramos el Padre nuestro, decimos: “perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos…”. Pero, ¿será que estas palabras son realmente practicadas por la gente… todo el tiempo… con todos… especialmente con quienes nos han hecho algo muy malo?
No hay duda que eso es lo que el Señor Jesús quiere que hagamos. Después de todo, él se entregó para ser colgado en una cruz, y no perdonó a todos con la excepción de un pecador realmente malo.
Jesús murió para ganar el perdón de todos y, en agradecimiento, devoción, y obediencia a Él, debemos nosotros también perdonar a los demás.
ORACIÓN: Señor Jesús, no sólo estoy sorprendido de que perdonaras los pecados del mundo, sino que estoy en total admiración porque me hayas perdonado a mí. ¿Cómo puedo darte gracias? Envía tu Espíritu Santo para que enternezca mi corazón y me ayude a perdonar a todos los que han pecado en contra mía. En tu nombre. Amén.