Génesis 40:1-3 Pasado un tiempo, el jefe de los coperos y el jefe de los panaderos del faraón ofendieron a su señor, el rey. El faraón se enojó con esos dos funcionarios y los puso en la cárcel donde estaba José, en el palacio del capitán de la guardia.
El copero era la persona que probaba el vino y la comida del rey antes de que este comiera o bebiera. De esa manera, si estaban envenenados, «adiós, copero», pero «¡que viva el faraón!». El copero tampoco debía permitir que se le sirviera al faraón una comida mal preparada, ya que él era el responsable de vigilar la dieta del monarca.
Esto dio como resultado una relación muy estrecha, una relación de confianza entre ambos hombres. Muchas veces el rey de la nación se fiaba de su copero. Si usted recuerda, Nehemías fue el copero del rey de su tiempo, y tenía una relación muy cercana y personal con él. En muchos aspectos, el copero era el hombre de más confianza en la corte. Si esa confianza se destruía, las consecuencias eran serias.
Algo así debió hacer sucedido, porque el copero del faraón terminó en la cárcel, como el panadero del rey (este era otra persona en quien confiaba el faraón, porque todo lo que él preparaba pasaba por la boca del gobernante egipcio). Los detalles de lo sucedido para provocar la caída y el castigo de estos hombres no se nos relatan.
Lo único que sabemos es que «ofendieron a su señor», y que este «se enfureció contra sus funcionarios». Quizás esa mañana se le cayeron unos panes, y más tarde había demasiados jalapeños en la salsa, ¡y el copero no se lo advirtió al faraón! Debió haber sido algo relacionado con la comida, porque sus trabajos estaban relacionados. Pero, no importa lo que haya sido, el faraón se enojó tanto que dijo: «¡Retírense de mi presencia!», y los echo a ambos en la cárcel. Y puesto que los caminos de Dios son insondables y profundos, sucedió que fue la misma cárcel en la que José estaba preso.
¿No es admirable la frecuencia con que Dios junta a las personas que han tenido o que están teniendo experiencias parecidas? ¿No es maravilloso que cuando estamos sufriendo, Dios pone a nuestro lado a otras personas que comprenden nuestra aflicción? Eso es muy cierto aquí. José y estos dos hombres fueron a parar a la cárcel por razones diferentes, pero estaban en el mismo lugar y compartiendo la misma desgracia. Y por su propia dolorosa experiencia, José pudo ministrarles.
Por Charles R. Swindoll