Gálatas 5:25 Si vivimos por el Espíritu Santo, andemos también por el Espíritu.
Las dos cosas más importantes en nuestra santa religión son la vida de fe y el andar en la fe. Si comprendes esto, no estás lejos de dominar la teología, al menos desde la experiencia, ya que se trata de puntos esenciales para el cristiano. Jamás hallarás la verdadera fe fuera de la verdadera piedad y a la inversa, nunca encontrarás una verdadera vida de santidad cuya raíz no sea una vida basada en la justicia de Cristo.
¡Y cuidado con aquellos que procuran lo uno sin lo otro!
Algunas personas cultivan la fe pero se olvidan de la santidad. Las creencias que profesan pueden ser de alta ortodoxia, pero de profunda condenación porque profesan la verdad pero andan en la injusticia.
Luego están los que se ufanan de llevar una vida santa pero niegan la fe. Se parecen a los fariseos de antaño a quienes el Maestro les dijo que eran "sepulcros blanqueados" (Mateo 23:27).
Debemos tener fe, porque es la base de todo; y debemos llevar una vida en santidad, porque es la estructura que se erige sobre esa base. ¿Para qué le sirven unos buenos cimientos a un hombre que se enfrenta a una tormenta?¿Puede ocultarse en los cimientos y protegerse de la inclemencia del tiempo? No, necesita una casa para cubrirse y también los cimientos para la casa. Del mismo modo necesitamos la estructura de una vida espiritual santa si queremos hallar consuelo en los tiempos de duda. Pero jamás debemos buscar una vida santa sin fe, porque eso sería como levantar una casa que no puede ofrecer refugio permanente ya que su base no está construida "sobre una roca" (Salmo 27:5).
La fe y una vida santa deben ir de la mano. Entonces, como los dos contrafuertes de un puente, esto hace que nuestro arco de devoción espiritual sea resistente y perdurable. Como la luz y el calor resplandecen de un mismo sol, la fe y la vida santa están llenas de bendición.Como las "dos columnas" del templo (ver 2 Crónicas 3:15) la fe y la santidad son para la gloria y la belleza. Son dos corrientes de agua que fluyen de una misma fuente de gracias, dos lámparas encendidas con fuego santo y dos olivos regados por el interés celestial.
Señor danos vida interior en este día y que esta pueda revelarse para tu gloria.
Por Charles Spurgeon