Salmo 145:18 Cercano está Jehová a todos los que le invocan, a todos los que le invocan de veras.
El entender la omnipresencia de Dios nos debería animar en momentos de angustia y guardarnos de pecar.
Es un gran consuelo como cristiano saber que Dios siempre está presente en mí, en esencia y en relación. No importa la prueba, Él está ahí. A veces Él puede parecer lejano, pero en realidad no está más lejos de lo que siempre ha estado. Su promesa para nosotros es: “no te desampararé ni te dejaré” (Heb 13:5)
Dios siempre está con nosotros para sostener nuestro servicio a Él. Cuando Dios llamó a Moisés para proclamar Su mensaje y guiar a Israel fuera de la esclavitud, Moisés protestó por su falta de habilidad para hablar (Exo 4:10) pero Dios dijo: “yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar” (v12) Jesús nos mandó: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, …he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mat 28:19-20) Si dudas que tienes el poder de testificar, recuerda que tienes el mismo recurso que cualquier evangelista, “La presencia y el poder de Dios”
La presencia continua de Dios es también un escudo contra el pecado “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Cor 10:13) Nada nos tentará sin que Él no nos de la fortaleza para resistir.
La omnipresencia de Dios también debería motivarnos a la santidad. La mayoría de nosotros preferiríamos pecar sin que nadie nos esté viendo. Pero cuando pecamos (ya sea en pensamiento, palabra, acción) pecamos en la presencia de Dios “Los ojos de Jehová están en todo lugar, mirando a los malos y a los buenos” (Prov. 15:3) “Porque sus ojos están sobre los caminos del hombre, y ve todos sus pasos. No hay tinieblas ni sombra de muerte donde se escondan los que hacen maldad” (Job 34:21-22) No hagas nada que no quieras que Dios vea, porque ¡Él lo verá de todas maneras!
Por John MacArthur