1 Juan 4:1-3 Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.
Los hijos de Dios son capaces de discernir la falsa doctrina.
Una marca segura de todos los sistemas religiosos falsos es el error doctrinal, particularmente sobre la Persona y obra de Jesucristo. Esos sistemas niegan que Él es el Señor y Salvador, Dios en carne humana, el único camino al Padre (Juan 14:6) porque la salvación viene solamente a través de Él (Hch 4:12)
Una marca segura entonces, de todos los verdaderos hijos de Dios es que creen la verdad de Jesucristo y no se desvían en el error doctrinal. Aunque pueden ser temporalmente engañados por falsas enseñanzas, no serán permanentemente engañados por ellas. El apóstol Juan escribió: “Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo los oye. Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error” (1 Juan 4:5-6) Cuando fuiste salvo, tuviste en claro quién era Cristo: “Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios” (1 Jn 5:1) Si no pasaras ese examen doctrinal no habrías sido salvo. Los hijos de Dios distinguen la verdad espiritual del error doctrinal porque el Espíritu de verdad (Juan 14:16) mora en ellos.
“Oh Timoteo” Pablo exhortó a su amado hijo en la fe “guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada ciencia” (1Tim 6:20) Yo pido que guardes el precioso tesoro de verdad que te ha sido confiado en las Escrituras y así asegurar tu corazón de que le perteneces a Dios.
Por John MacArthur