1Pe 2:4-10 Acercándoos a él, piedra viva, …vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, … …Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, …pero que ahora sois pueblo de Dios; …pero ahora habéis alcanzado misericordia.
Un estudiante universitario una vez le confesó a un pastor: “he llegado a la conclusión de que no creo en Dios”, “ya veo” respondió el pastor, “cuéntame por favor del Dios en quien no crees”, el estudiante procedió a describir a un ogro cósmico, vengativo, injusto, arbitrario que se deleitaba en ver a los terrícolas tropezar en su búsqueda de significado y dirección. Después de escuchar esa imagen de Dios, el pastor sabiamente contestó: “yo tampoco creo en ese Dios”
Como ese estudiante, mucha gente tiene una idea retorcida de Dios porque no puede ver más allá de sus circunstancias y las condiciones que plagan nuestro mundo caído. Su visión distorsionada del mundo les impide entender la bondad y misericordia de Dios. Pero nosotros como creyentes entendemos porque vemos más allá del mundo físico y experimentamos Su gracia y bondad de muchas maneras.
La Escritura habla de los deberes y responsabilidades de los cristianos, pero todo eso es balanceado por los derechos y beneficios que tenemos en Cristo. Al escribirles a cristianos que estaban experimentando una persecución severa, el apóstol Pedro les recordó sus privilegios y les llamó a alabar a Dios por Su abundante gracia (1 Ped 2:9) Ese es nuestro llamado también.
Debemos considerar esos privilegios, incluyendo nuestra unión con Cristo, nuestro acceso a Dios, el rol sacerdotal, la seguridad espiritual, la elección, dominio y herencia. Las implicaciones de todas ellas son asombrosas y deben ser una fuente de gran gozo y agradecimiento al estudiarlas en la Palabra de Dios.
Por John MacArthur