Mat 5:9 Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Recuerdo haber leído acerca de lo que se llama el “cojín del mar”. La superficie del océano generalmente es muy agitada, pero a medida que desciendes, el agua se convierte cada vez más tranquila. En sus profundidades más grandes, el océano es prácticamente inmóvil. Los oceanógrafos que hacen obras en el fondo de los océanos han encontrado restos de animales y plantas que parecen no haber sido molestados por cientos de años.
De la misma forma, los cristianos pueden experimentar un cojín de paz en sus almas a pesar del entorno turbulento. Eso es porque le pertenecen a Dios, quien es la fuente de paz, sirven a Cristo quien es el Príncipe de paz y son habitados por el Espíritu Santo, quien es el agente de la paz. Gálatas 5:22 dice que el fruto del Espíritu es amor, gozo y paz. Cuando te conviertes en cristiano, Dios te da el don de la paz.
Dios no sólo Él es la fuente de la paz perfecta, sino que también es el ejemplo más puro. Todo lo que Él hace está marcado por la paz. 1 Corintios 14:33 dice “Dios no es Dios de confusión, sino de paz” en Jueces 6:24 a Él se le llama Jehová Shalom, que significa el Señor es paz. La trinidad es caracterizada por una ausencia total de conflicto, perfecta unidad, perfecta justicia y armonía absoluta. ¡Es imposible que Dios esté en desacuerdo consigo mismo!
Dios quiere que todos conozcan ese tipo de paz. Él creó el mundo con paz y envió a Su Hijo para ofrecer paz. Algún día Cristo volverá para establecer Su reino y reinará con paz por toda la eternidad.
Mientras tanto, la confusión existe para todos los que no conocen a Cristo. Ellos no tienen ningún cojín para sus almas. Tú, sin embargo, tienes paz con Dios a través de la muerte de Cristo Jesús, y al obedecerle, Su paz reinará de continuo en tu corazón. No dejes que el pecado te robe ese bendito cojín. Sólo al experimentar la paz dentro de ti podrás compartirla con otros.
Por John MacArthur