“Entonces dijo Elías a todo el pueblo: Acercaos a mí. Y todo el pueblo se le acercó; y él arregló el altar de Jehová que estaba arruinado. Y tomando Elías doce piedras, conforme al número de las tribus de los hijos de Jacob… edificó con las piedras un altar en el nombre de Jehová” 1 Reyes 18:30-32a.
De manera implícita vemos que lo primero que hace Elías es examinar, antes que reparar el altar de Dios que estaba arruinado en el Monte Carmelo. Esto nos recuerda que para reparar o restaurar, primero debemos examinar, examinarnos a nosotros mismos (nuestros motivos, desobediencia, orgullo, etc), por supuesto esto solo es posible con la ayuda del Espíritu Santo, éste es el primer paso de la restauración o reparación...
El monte Carmelo se veía imponente desde el mar y por eso muchos antiguos pensaban que era la habitación de un dios. Su nombre Carmelo significa: “jardín de frutas, o de árboles”, “cosecha”, “repleto de espigas de grano”, “campo fructífero”. Éste nombre nos permite sacar una conclusión aquí, pues en medio de tierra fructífera estaba un altar a Dios, pero arruinado; entonces no siempre “bendición” o “abundancia” significa aprobación de Dios. La bendición de Dios estaba en esa tierra, pero allí no había adoración a Dios, se había apagado el fuego del altar.
“El altar de Jehová estaba arruinado”, la palabra “arruinado” significa: roto, en pedazos, desbaratado. Éste altar estaba descuidado, abandonado, llevaba años sin ser utilizado. La Biblia nos dice que Elías “arreglo” el altar, pero antes de hacerlo llamó al pueblo. Él estaba dando un mensaje para todo Israel: “es necesario restaurar la comunión con Dios”.
Podemos ver también que Elías estaba confiado en el poder de Dios, el contexto del pasaje de hoy nos relata que el fuego de Dios descendió y consumió todo el holocausto, hasta las piedras. Elías sabía que “Dios no lo dejaría avergonzado”. Es interesante que en éste contexto de idolatría, la respuesta de Dios sea mediante el fuego, es el fuego del Espíritu el que derriba la idolatría. En un corazón lleno de Dios, avivado por el fuego del Espíritu Santo no hay lugar para otros.
El texto nos dice que Elías tomó doce piedras, conforme a las doce tribus de Israel. Doce tribus, doce hijos de Jacob, que nos hablan de familia. Podemos ver que esta gran familia no estaba buscando a Dios. Elías toma doce piedras para edificar el altar y cada piedra representa un hijo de Jacob, él no fue a preguntarles si querían eso, él los metió en el altar de Dios, y luego estaban ellos postrados delante de Dios… fue Elías quien construyó el altar (no fueron ellos, ni sus esposas, ni sus hijos). Elías edificó el altar, hizo una zanja, preparó la leña, no le dejes todo a Dios, haz tu parte (intercede por tu familia, dales amor y buen testimonio) y Dios hará el resto. Nuestras decisiones afectan o benefician a nuestra familia y a otros también.
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