Os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí.
Éxodo 19:4
La tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba (de fe); y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.
Romanos 5:3-5
El águila real generalmente vive en regiones montañosas de Europa, África del norte, Asia y Norteamérica. Su cuerpo mide cerca de un metro y la extensión de sus alas varía entre dos y tres metros.
El águila pasa mucho tiempo planeando, aprovechando las corrientes de aire caliente. Si una tormenta la sorprende en pleno vuelo, el viento podría romperle las alas, pero ella se orienta de tal manera que evita semejante daño. Entonces el viento la lleva más alto, hacia regiones más calmas.
Creyentes, cuando la tempestad quiera arruinar nuestra vida, hagamos como el águila, despleguemos las alas de la fe para acercarnos al cielo (Hebreos 4:16). “El rastro del águila en el aire” es una cosa maravillosa (Proverbios 30:19).
Evoca el camino de la fe que se eleva por encima de las dificultades a fin de hallar la fuerza en Dios; camino de sumisión a nuestro Padre y de confianza en su amor.
No se trata de evadir las situaciones que nos hacen sufrir, sino de buscar al Señor en esas mismas circunstancias: orientémonos hacia su amor.
Un creyente escribió: «Muchos creen que nuestra fe crecería mejor en circunstancias favorables, sin que existieran pruebas. Pero no es así.
Las dificultades despiertan en nosotros el sentimiento de nuestra debilidad; esto nos ayuda a encomendarnos a Dios».