CALIFORNIA, EE.UU.- Kay Warren, esposa del pastor Rick Warren, con quien co-fundó la Iglesia Saddleback en California, reveló hechos sobre el dolor y la lucha de su matrimonio, describiendo en profundidad la crisis del “infierno conyugal” que ellos vivieron.
Warren describe los comienzos serios y el “momento exacto” en el que su matrimonio acabó convirtiéndose en un fragmento de su nuevo libro ‘Sacred Privilege’ (‘Privilegio Sagrado’), como se informó en el ‘Christianity Today’.
El pastor Rick y su esposa Kay se casaron a los 20 años de edad, en 1973. Kay afirmó que incluso en los momentos de mayor dificultad en su matrimonio, intentó recordar cómo era amada por su marido. “Mientras yo caminaba por el pasillo y miraba los ojos brillantes del joven sincero, amable que me pidió casarme con él, yo sabía que yo sería muy amada. La manera como él me miró el día de nuestra ceremonia de boda, un ancla en la que yo me mantendría firme durante los momentos más sombríos, cuando no estuviera segura de que íbamos a sobrevivir al lío que nuestro matrimonio”, destacó.
“Nuestra joven tan joven en un instante parecía caer como un avión descontrolado. No llegamos hasta el final de nuestra luna de miel de dos semanas en la Columbia Británica antes de saber que nuestra relación estaba con serios problemas. Sobre cinco áreas de conflicto potencial que todas las parejas tienen que lidiar, e inmediatamente nos encontramos con cinco: sexo, comunicación, dinero, hijos y suegros“.
Kay contó que las discusiones comenzaron a acumularse y a generar resentimientos entre ellos. “Nosotros éramos tan jóvenes – menos de 21 años – e inexpertos, y cuando el sexo no daba derecho, discutíamos sobre el sexo, y luego discutíamos y empezábamos a acumular resentimiento. Era una configuración perfecta para la miseria y el trabajo. Desencanto en el matrimonio“, reveló.
Ella observa que el dolor que experimentó fue exacerbado por el hecho de que eran vistos por muchos como “la pareja perfecta” y, por lo tanto, compartir sus dificultades con otras personas era difícil.
Kay también describe cómo los abusos sexuales que sufrió en la infancia y su vicio por la pornografía perjudicaron su sexualidad e intimidad con su marido.
Ella dijo que el divorcio no era considerado una opción, pero aun así los problemas permanecieron. “Nosotros simplemente no sabíamos qué hacer o cómo desarrollar un matrimonio saludable en medio de los conflictos, decepciones, impotencia y resentimiento”, confesó.
Sin embargo, añadió que, con el tiempo, la pareja experimentó la “curación” de su matrimonio, mientras buscaban asesoramiento y clamaron a Dios para que Él trabajara en su relación.
“Dios usó nos unió en nuestras luchas, usó nuestros fracasos en el matrimonio para acercarnos a Él y el uno del otro”, afirmó.
Rick y Kay Warren sufrieron una tragedia ampliamente divulgada en 2013, cuando su hijo menor, Matthew, se suicidó después de años luchando contra trastornos psíquicos.
Kay escribió: “Sé lo que es tener opiniones muy opuestas sobre cómo lidiar con un niño mentalmente enfermo, el miedo, la ansiedad y el pánico amenazan con tragar las posibilidades de llevar una vida normal, que se consumía por satisfacer las necesidades de un niño miembro de la familia”.
“Sé lo que es tener una gran herida abierta por un sufrimiento catastrófico y compartirla con su cónyuge cuando usted es tan diferente, para descubrir cómo luchar juntos cuando su hijo mentalmente enfermo saca la vida de manera violenta y su dolor se torna público porque usted está en el ministerio y su casa de cristal se convierte en uno de los titulares en CNN“, agregó.
Además de compartir sus duras luchas en la boda, el nuevo libro de Kay ofrece consejos para aquellas mujeres que viven la experiencia compleja de ser esposa de un pastor.
Ella escribe que su matrimonio acabó tornándose duradero: “Hemos vencido las posibilidades de que el divorcio fuera el resultado de nuestra unión fracasada. Vencí mi cáncer de mama y melanoma, sobrevivimos a la enfermedad mental y al suicidio de nuestro hijo, Matthew, y ahora lo sabemos. Sabemos que somos el mejor regalo el uno para el otro.
“Yo amo al hombre que Dios trajo a mi vida desde hace tantos años. Cada uno de nosotros no es el que el otro estaba buscando, pero cada uno de nosotros es el que el otro necesitaba desesperadamente para convertirse en la persona que todos somos hoy“, finalizó según publica Christianity Today.