La conversión de un judío practicante al Evangelio es un proceso notable, ya que la preservación de las tradiciones es una de las principales características de este pueblo. Sin embargo, el mensaje de Jesús alcanzó el corazón de una judía de forma inusual e impactante.
Alyse Merritt era una estudiante de la Torá, había crecido en una familia devota y mantenía consigo una repulsa a todo lo que se hablaba del cristianismo: “Todo lo que yo sabía era que Jesús era un falso dios de los gentiles, porque eso fue puesto en nuestras cabezas desde que éramos muy jóvenes.
“Yo creía que era católico o italiano a causa de todo lo que había visto en la televisión”, afirmó.
En una entrevista con la emisora Christian Broadcasting Network , Alyse dijo que se fue a vivir sola después de concluir la secundaria e ir a la universidad, y para mantenerse, comenzó a trabajar en una tienda de yogur como secretaria. Y allí, conoció a un cliente llamado Alan que causaría el mayor impacto en su vida.
“Un hombre que tenía literalmente unos dos metros de altura, con penetrantes ojos azules, entró un día. Él cargaba una Biblia blanca que era enorme, del tamaño de una Biblia familiar.
Él comenzó a contarme el Evangelio de esta Biblia y que Jesús era realmente judío. Por primera vez en mi vida, me dijeron que Jesús era un salvador judío y que él era mi Mesías”, narró la joven judía.
Así, poco a poco, la rutina de Alyse fue cambiando. Donde quiera que fuera, encontraba a Alan: “En todos los lugares en que yo iba en mis días de descanso del trabajo, él aparecería al azar. Si iba de compras con un amigo, él siempre estaba ahí solo, como si estuviera esperándome a mí”, recordó.
Esta rutina se repitió a lo largo de siete meses, según Alyse, y Alan siempre le hablaba sobre el Evangelio: “Él decía que Jesús es el cordero que fue muerto antes de la fundación del mundo, y que sin el derramamiento de sangre no había remisión de pecado”, contextualizó.
“Entonces un día pensé, ‘En el judaísmo, cada año en Yom Kipur , el Día de la Expiación, el sacrificio de un animal era simbólico para nuestra expiación. Pero nosotros ya no poseemos un templo. Entonces pensé: ‘¿Cómo fuimos expiados?’, dijo, puntuando el momento en que estaba a punto de entregarse a Jesucristo.
“Después de esa experiencia, Alan desapareció completamente. Lo llamé en la línea telefónica en la que hablamos durante siete meses y la línea se ha desconectado. Volví a la tienda y el centro comercial donde siempre lo vi y él se había ido”, dijo.
La búsqueda por Alan tardó un año, hasta que, un día, al visitar a una amiga que hizo en la iglesia donde había pasado a frecuentar, Alyse vio un cuadro con el rostro de Alan. “Cuando entré en la sala, vi un cuadro inmenso, con una pintura de Alan. “Pude reconocer cada detalle de su cara, me impresionó”, contó.
“¿Dónde has conseguido esta foto? ¿Quién pintó eso?”, le preguntó a la amiga. “Ella y su marido me dijeron que ese era un ángel que su amiga había visto cuando estaba en el lecho de muerte. Un ángel de dos metros apareció para ella y dijo que Jesús la sanaría”, explicó.
Incluso sin ver a Alan, Alyse no se desvaneció. Hoy, ella cree que Dios usó su poder sobrenatural para hacerla conocer el mensaje de salvación: “No importa lo que hagas, todos los días debemos hacer brillar la luz de Jesús. La vida que el Mesías tuvo fue de sacrificio”, concluyó .
[ Fuente: CBN News ]