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FALSOS PROFETAS Y FALSOS MAESTROS

Por: Mendoza Daniel
FALSOS PROFETAS Y FALSOS MAESTROS
Fecha: Jueves, 29 de agosto del 2013 ID: 201500000694

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Los falsos profetas que siempre ha habido, tanto en Israel como en la iglesia, Pedro en su epístola los describe a modo de Balaam, quien evidentemente fue usado por Dios hasta cierto punto, pero que jamás fue de Dios: “Han dejado el camino recto, y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad” (V. 15)

“El camino recto” es una metáfora del AT que representa la obediencia a Dios (Hchs. 13: 10). Un creyente simplemente profesante puede seguir el camino de la obediencia a Dios en su forma externa, aunque no esté regenerado; más tarde o temprano dejará ese, para él, intransitable camino.

Ese fue el caso de Balaam, como podemos leer, y de todos los falsos profetas como él. Balaam no amó a Dios, sino que amó el dinero, y negoció con la verdad, con cualquiera que le pagara el precio estipulado. Lo mismo ocurre hoy en día con muchos de los falsos apóstoles de la prosperidad, que hacen mercadería de los creyentes con palabras fingidas (V. 3)

Balaam es el clásico ejemplo del apóstata. Jamás fue de Dios, pero Dios lo usó, como también fue el caso de Judas Iscariote, como también es el caso de innumerables falsos profetas de hoy en día, que se creen justificados ante Dios porque tienen muchos seguidores. Dios sabe lo que está haciendo, y lo que está permitiendo. Como dijo Pablo: “¡…Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!” (Ro. 11: 33)

(V. 1) “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina”:

Aquellos falsos profetas de entonces y los actuales, como los ve Dios, jamás fueron de Cristo. Cuando dice que los “rescató”, no se está refiriendo a que los salvó o que les dio la salvación, sino que los “compró” (agorazo en gr.). Fueron usados por Dios para sus propósitos, como lo fue Balaam, o como lo fue Judas Iscariote… ¡o como lo es el mismo diablo!  

Ese negar al Señor, es porque tenían conocimiento de las cosas de Dios, pero como es típico de los apóstatas, jamás fueron de Cristo.

El término griego "agorazo", se usa para expresar la redención o compra. Su significado técnico implica la compra del esclavo. Conlleva la idea de libertarlo de la esclavitud (1 Co.6: 20; 7: 23; Ap. 5: 9; 14:3-4), sin embargo, el término "exagorazo", que también se traduce por redimir, implica algo más, puesto que la partícula “ex”, que significa “de” o “fuera de”, está combinado con “agorazo”, indicando así que el esclavo es comprado, y es sacado del mercado. Esta última define más si cabe, nuestra redención (ej. Gl. 3: 13; 4: 5).

En cuanto a esos falsos profetas, fueron comprados (agorazo) por el Dueño - que es como se traduce del griego “Despotes” cuando dice aquí “Señor” – para Sus propósitos “Todas las cosas ha hecho Jehová para sí mismo, y aun al impío para el día malo” (Prov. 16: 4). Dios tiene Sus propósitos, otra cosa es la responsabilidad del individuo, en este caso la de los falsos profetas.



Vemos en ese versículo que Dios, como Dueño y creador de esas personas, se duele de su apostasía, y Pedro al escribir ese párrafo debía tener en mente Deuteronomio 32: 5, 6, que dice:

“La corrupción no es suya: a sus hijos la mancha de ellos, generación torcida y perversa. ¿Así pagáis a Jehová? pueblo loco, e ignorante: ¿no es él tu padre [jefe: “ab” heb.] que te poseyó? [compró: qanáh] Él te hizo y te compuso” RV 1865

Como podemos ver los falsos profetas aludidos no eran hijos de Dios por adopción que luego supuestamente se torcieron y apostataron, sino que,  aunque jamás fueron elegidos por Dios para salvación, eran individuos que Dios compró (qanáh, en heb.), que podían haber hecho las cosas con cierta dignidad, pero lejos de eso, introdujeron “encubiertamente herejías destructoras”, y como dice Gary D. Long:

“Sin duda, la existencia de los falsos maestros dentro de la cristiandad profesante en el sentido de II Pedro 2: 1, es solamente temporal, porque el futuro juicio sobre ellos es tan cierto como el hecho de que el juicio cayó sobre Sodoma y Gomorra”.

(V. 18) La palabrería ostentosa de los falsos maestros, engaña y engañaba a los débiles en la fe, con esas palabras que les hacían quedar como eruditos y acreedores de una acentuada sabiduría espiritual, y en medio de su discurso, daban a conocer lo que llamaban “una nueva revelación”, poniéndose de ese modo como especiales sacerdotes, por encima del sacerdocio universal del creyente (1 Pr. 2: 9)

Con su verborrea lo que hacían (y hacen), es simplemente contradecir las enseñanzas más claras y básicas de las Escrituras, como por ejemplo, el asunto que nos concierne: la salvación (más básico e importante que este asunto, no lo hay para nosotros).

La mayoría de los falsos maestros no tienen una preparación adecuada bíblica, y por tanto, no saben lo que dicen, mezclando cosas, levantando doctrinas de algunas ventanas de luz, y así anulando en cierta medida la verdad básica sobre la que se basan todas las verdades. Dicho de otro modo, sacan el texto de contexto, para hacer un nuevo texto.

“…seducen con concupiscencias de la carne y disoluciones…”: A pesar de su lenguaje vacío, los falsos maestros logran seducir a muchos. Su estrategia está basada en la seducción verbal. Como dice John McArthur:

“Ofrecen a las personas comunes una especie de religión a la que pueden acogerse sin tener que abandonar sus deseos carnales y su sensualidad”

Esa seducción también opera en el sentido de la falsa espiritualidad. Los falsos maestros de la “religión evangélica” actúan a modo de aquellos fariseos, falsos maestros, los cuales fomentan entre sus adeptos una religiosidad vacía, simplemente en cuanto a forma.

Todo esfuerzo en “mantener” la salvación es simple y llana religiosidad, legalismo, rigorismo y fariseísmo. No es el fruto del Espíritu, es fruto de la carne. Por contrapartida, cuando la salvación es real, se ven las obras, y el fruto consiguiente, el cual le da verdadera gloria a Dios.

“…a los que verdaderamente habían huido de los que viven en error”: La traducción mejor es esta: “a los que apenas están escapando (“apofeugo” en gr.) de los que se conducen en error”. La cosa ya cambia aquí.

Evidentemente estos aludidos no son personas salvas, sino aquellas con tendencias religiosas, muy vulnerables, porque tienen un gran sentido de culpa y ansiedad emocional; lo que llamaríamos actualmente gente con una problemática, o bien familiar, sentimental, de soledad, desamparo, etc. etc.  

Algo en común a todo los falsos maestros, sean del corte que sean, es que explotan a todos sus seguidores para su propia satisfacción de poder, fama, y dinero (según el caso).



(V. 19) Los falsos maestros prometen ese bien que sus seguidores anhelan, de ahí el éxito de “soñar para conseguir lo que quieras”, pero son promesas falsas, porque ellos mismos, lo vean o no, son “esclavos de corrupción”. Como muy bien dice McArthur:

“Los maestros falsos no pueden dar la libertad que prometen porque ellos mismos están esclavizados a la misma corrupción de la que quieren escapar las personas”

Y esa corrupción, tanto es materialista, como espiritualista-religiosa.

(V. 20) “Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo…”:

Tanto los falsos maestros como muchos de sus seguidores en algún momento dado,  buscaron el escapar de la contaminación de este mundo (eso que se dice, “¡pero si empezaron bien…!) refugiándose en la espiritualidad del cristianismo, incluso en las mismas palabras y conocimiento de Jesucristo (epignosis en gr.), a modo de los apóstatas de He. 6: 4-6; 10: 26-39.

“…enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero”: pero volvieron a caer en sus pecados antiguos, en su manera pecaminosa y vieja de vivir. Esto es así porque jamás fueron regenerados como venimos diciendo. Simplemente por un tiempo se acomodaron a la religión, y muchos de esos falsos maestros perseveran en esa “religión” porque les es beneficioso.

Evidentemente, los que gustaron del don celestial (He. 6: 4) (2), habiendo recibido el conocimiento de la verdad (He. 10: 26) (3), y luego se apartan, “su postrer estado viene a ser peor que el primero”, y esto estamos cansados ya de verlo, cumpliéndose así también lo dicho por Pablo a Timoteo acerca de aquellos falsos profesantes de la piedad (2 Ti. 3: 1ss), los cuales “…irán de mal en peor, engañando, y siendo engañados” (2 Ti. 3: 13)

(V. 21) “Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado”.

“Porque mejor les era no haber conocido el camino de la justicia que, tras conocerlo, dar la espalda al santo mandamiento que les fue entregado” (Trad. lit. gr.)

Sencillamente, aquí vemos la acción y las consecuencias de haber desertado. Profesaron una experiencia cristiana, un gustar del don celestial, pero nada más. El “camino de justicia” descrito por Pedro, es el mismo que vemos en el Evangelio:

“Porque vino a vosotros Juan en camino de justicia, y no le creísteis; pero los publicanos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, no os arrepentisteis después para creerle” (Mt. 21: 32) Ese camino de justicia es el camino de Dios, el que lleva al arrepentimiento verdadero y duradero. Muchos pecadores del tiempo de Jesús le creyeron de verdad y permanecieron en ese camino, a diferencia de aquellos fariseos religiosos, que después de ser bautizados por Juan renegaron de la verdad:

“Al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les decía: ¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera?” (Mateo 3: 7)

Juan por el Espíritu Santo sabía que esos religiosos jamás fueron de Dios, por eso les dijo eso, y aún y así, ellos iban a su bautismo de arrepentimiento… para luego negarlo.

Ese es el proceder típico y tópico de todos los apóstatas. Jamás fueron de Dios. Mejor les hubiera sido no haber conocido la verdad (el santo mandamiento), que después de conocerla, apartarse, y aún seguir fingiendo ser lo que jamás fueron: gente renacida por el Espíritu Santo.

Los falsos maestros que Pedro describe, no lo fueron fuera del cristianismo (“camino de justicia”), sino dentro. Dentro de la iglesia, aunque jamás fueron parte de la iglesia que Dios discierne.

(V. 22) “Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno”

Ahí tenemos una descripción muy clara de que esas personas jamás fueron de Dios: los compra con perros, y con cerdos.

“Como perro que vuelve a su vómito, así es el necio que repite su necedad” (Prov. 26: 11)

Dios, a la persona que realmente salva, le da una nueva naturaleza (2 Pr. 1: 4; 2 Co. 5: 17), pero estos falsos maestros y sus seguidores, jamás dejaron de ser lo que siempre fueron, y por tanto, volvieron a las andadas.

SOLI DEO GLORIA

Este artículo está bajo una licencia de Creative Commons.

Job 33:24-25 (RVR 1960)

Que le diga que Dios tuvo de él misericordia, que lo libró de descender al sepulcro, que halló redención; su carne será más tierna que la del niño, Volverá a los días de su juventud.

Palabras Claves: Falsos Profetas Falsos maestros Apostasía

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