Una conmovedora y esperanzadora escena se vivió a las afueras de la iglesia la Inmaculada Concepción, ubicada en el barrio La Castellana, en Montería (Colombia), donde se pudo apreciar a una mujer de rodillas orando frente al templo pese a que estuviera cerrado.
La mujer dio un ejemplo de confianza absoluta en que su oración la escuche aquel que en su palabra dijo: “Todo él que pide recibe, él que busca encuentra y él que llama se le abrirá” (Mateo 7, 8).
Sucesos similares, a menudo se observan, pues se presume que en los tiempos difíciles por lo que atraviesa el mundo a raíz del Covid-19. Muchas personas a través de la oración buscan comunicarse con Dios.
En Colombia, desde el mes de marzo las iglesias se encuentran cerradas por disposición del Gobierno ante la crisis por el Covid-19.
Recientemente, la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, se opuso a la reapertura de las iglesias y templos en la ciudad al considerar que esto sería un foco de contagio muy peligroso.
Esto se debe a que la capital colombiana empieza a atravesar el pico de la pandemia por la emergencia sanitaria del coronavirus.
En caso que se dé la reapertura de las iglesias, el Gobierno ha definido unos protocolos, por ejemplo: el control del aforo, el cual no puede pasar de 50 personas para los templos más grandes, las estaciones de desinfección a la entrada y salida de la iglesia y el control de temperatura.
También, hacen parte de las restricciones los ritos como la paz, los abrazos o besos, los cánticos o alabanzas y la entrega de la hostia en la boca por parte del párroco.
Por el momento se espera que los casos de Covid-19 disminuyan en el país para que el presidente de la República, Iván Duque, establezca un decreto sobre la reapertura de los lugares de oración.