COREA DEL NORTE. – De perseguidor a perseguido, la historia de Park Chin-Mae es muy semejante a la del apóstol Pablo. Él necesitó huir de Corea del Norte, pero antes de eso, él era el guardián responsable de confiscar las biblias que intentaban entrar en su país.
El ejército se quedaba en la frontera impidiendo que la Biblia entrase hoy, Chin-Mae dice que los guardias “saben que la Biblia es el enemigo” del gobierno norcoreano y por eso estaban orientados a no dejar que los ejemplares entren en el país.
La vida de Chin-Mae cambió cuando huyó a Corea del Sur y allí comenzó a frecuentar un centro de reasentamiento que estaba organizado por cristianos.
Trabajando en este centro, fue encargado de colocar biblias en las sillas antes del servicio, libros que se distribuir a los participantes. Allí él entendió que se trataba del mismo libro que del otro lado de la frontera podría condenarlo a la muerte.
Él se interesó por el libro y comenzó a leerlo. Y así decidió seguir a Cristo. “No lo he leído como cualquier otro libro; lo he leído y tomó todas las palabras de la Biblia para mi corazón”, dijo que el ministerio La Voz de los Mártires.
El ex guardia está en un lugar seguro fuera de Corea del Norte, pero muchos seguidores de Cristo todavía están presos y sufren intensa persecución dentro de la nación.
Por más de 50 años, la Voz de los Mártires ha ayudado a los cristianos perseguidos en todo el mundo. “Nuestro deber es dar un pedazo de pan a las esposas y familias de creyentes perseguidos y presos”, dijo el fundador de la organización, Richard Wurmbrand.
Esta necesidad existe todavía hoy. “Cuando casas e iglesias de cristianos son quemadas, o pastores y evangelistas son golpeados, presos o muertos, las familias a menudo se quedan sin apoyo financiero”, explica la organización.
La Voz de los Mártires responde a situaciones como éstas con ayuda en gastos básicos, necesidades educativas de los niños, reubicación dentro de las naciones, entrenamiento vocacional y otras formas de asistencia.