EE.UU.- Un estudio publicado por el diario de la Asociación Médica Americana de Psiquiatría, el último día 8 de ese mes, confirma lo que la mayoría de los evangélicos, especialmente investigadores del área y profesionales de la salud mental, como los psicólogos cristianos, ya están cansados de saber: los hijos de los padres religiosos son menos propensos a cometer suicidio.
Los resultados fueron vistos con sorpresa, aunque no es novedad la asociación de la religión con la disminución de los riesgos de suicidio, por ejemplo, ya abordada en otros estudios y defendida por autores como Viktor Emil Frankl, el creador de la Logoterapia, enfoque de la psicología también conocida como “psicoterapia del espíritu”.
“Investigaciones anteriores examinaron una serie de factores de riesgo para el suicidio de niños y adolescentes, pero uno que recibió poca atención es el religioso / creencia espiritual”, dice un extracto del estudio, destacando que “eso es sorprendente, ya que las creencias y las prácticas religiosas se han asociado con tasas más bajas de suicidio“.
La investigación fue realizada con 112 padres y 214 hijos, constatando que la gran importancia de la religión fue asociada con una disminución de aproximadamente el 80% en el riesgo de ideación suicida, cuando comparada con los padres que dijeron no ver importancia en la religión.
La psicóloga cristiana y escritora Marisa Lobo, especialista en Derechos Humanos y candidata a diputada federal este año por el Paraná, Brasil, publicó un artículo en abril de este año titulado “Suicidio: una tragedia silenciada por el tabú”, donde confirma la importancia de la fe como herramienta de prevención al suicidio.
“Incentivar la fe, la convivencia con personas emocionalmente sanas y grupos de ayuda mutua, presentación de ejemplos y reportajes apropiados sobre casos de suicidio, con mensaje de optimismo, ayudan mucho”, escribió la psicóloga.
La fe en Dios llena en el ser humano lo que muchos llaman “vacío existencial”, algo que según la teología cristiana sólo Jesucristo puede suplir. Sin ello, dificultades del día a día potencian el estrés y la angustia humana, haciendo al individuo más vulnerable al deseo de quitarse la propia vida.
Marisa Lobo, sin embargo, explica que otros factores están asociados al deseo suicida, como la cultura, trastornos mentales, problemas familiares y períodos de gran estrés emocional, lo que puede suceder con cualquier persona, incluidos los cristianos. Por eso, la psicóloga alerta sobre la importancia del cuidado y de lidiar con el tema sin tabúes.
“También somos víctimas de nuestra cultura, de la sociedad, o sea, de todos los problemas que son generados por el medio en que vivimos y por nuestra historia. Tenemos que entender esto: no siempre es espiritual, no siempre es pecado“, explica Marisa.
“Pueden ser trastornos, enfermedades, herencia, cultura, sociedad, todo lo que puede enfermarnos psicológicamente y espiritualmente, y tenemos que buscar ayuda psicológica y espiritual sin prejuicio”, concluye.
[ Fuente: Jama Net Work ]