Isla de Malaita.- Durante décadas, nadie había llegado a una tribu que vive en una zona remota de las Islas Salomón por causa de la hostilidad del aquél pueblo. Todo cambió cuando Dios envió a dos misioneros para predicarles el Evangelio. Sin embargo, el mensaje de salvación sólo se extendió a causa de un milagro.
El pueblo Kwaio que vive en el interior de la isla de Malaita, tenía fama de ser violento.
Durante décadas mataron a todos los extranjeros que trataban de acercarse. Funcionarios de gobierno, un cura católico y al menos dos misioneros evangélicos.
Parecía muy difícil que estas personas tuvieran acceso al Evangelio. Sin embargo, Dios comenzó a levantar varios misioneros de Fiji que sintieron una llamada a esa tribu.
En 1990, un grupo de misioneros llegó al pueblo Kwaio. Estaban decididos a llevar el mensaje. En preparación para la tarea, oraron y ayunaron durante siete días.
Se las arreglaron para ponerse en contacto con los ex hechiceros, que habían sido convertidos con el fin de identificar y luchar contra las fuerzas espirituales demoníacos que operaban en la zona.
Dos de estos misioneros, Jack y Japta, caminaron todo un día en la isla hasta que llegaron a un pueblo donde se había reunido una multitud. Inmediatamente sintieron que algo raro estaba pasando allí.
El jefe de la tribu, llamado Haribo, se estaba muriendo. Aunque los dos cristianos fueron tratados con hostilidad, los ancianos del pueblo les permitieron ver al moribundo cuando dijeron que el Único Dios verdadero lo podía curar.
Jack compartió inmediatamente el Evangelio con Haribo. “He esperado toda mi vida para escuchar esta historia”, celebró el jefe. “Siempre sentí que había algún mensaje sagrado de este tipo, pero nadie vino a traer este tipo de palabras. ¿Cómo puedo recibir este Jesús en mi vida?”, preguntó.
Los misioneros oraron con él. Pero dos horas más tarde, el jefe murió. La tribu preparó el cuerpo del jefe para el entierro y Jack y Japta regresaron a la base en la costa. Sin embargo, cuando el sol se ponía, Haribo de repente se levantó. Era un alboroto en la aldea. Él ordenó que los misioneros fuesen traídos de vuelta y explicó el por qué.
Él se encontró con un hombre llamado Jesucristo, que era el Salvador y que estaba “vestido de ropas blancas y brillantes”. Luego fue llevado a un hermoso lugar donde todos aquellos que lo amaban vivirían para siempre. No había dolor o sufrimiento entre ellos, contó Haribo.
Después Jesús le mostró un “lugar de tormento”, donde irían todos los que rechazasen el mensaje de salvación.
El jefe Haribo dijo que Jesús le permitió regresar a fin de que todos ellos supieran que el mensaje de Jack y Japta era cierto. “Este Jesús es la única manera de experimentar la vida eterna”, dijo.
Cuando los dos misioneros regresaron al pueblo, se sorprendieron al saber lo que había sucedido. Luego compartieron el Evangelio con todo el mundo y casi todos los presentes recibieron a Jesús como su Señor y Salvador.
Haribo se mantuvo con vida hasta la mañana siguiente, cuando se acostó en su cama, no se despertó más. El Evangelio, finalmente terminó expandiéndose y llegó a las aldeas vecinas, donde más de 300 personas conocieron a Cristo. Hoy en día existen 11 pueblos cristianos en aquella isla.
Los detalles de esta historia están en el libro “¡Mira lo que Dios está haciendo! Historias verdaderas de personas en todo el mundo cambiadas por el Evangelio”, escrito por Dick Eastman y reproducida en parte por Gospel Herald.
Eastman informa que Dios continuó dando señales entre los pueblos tribales, haciendo maravillas que atrajo a muchas personas a Jesús. En una ocasión, un rayo cayó y rompió por la mitad una roca gigante, que era lugar de culto de los sacerdotes de la tribu. Después de aquello se abrió el camino para que los sacerdotes y los aldeanos recibiesen a Cristo.