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John Wycliffe (1320-1384)

Por: Mendoza Daniel
John Wycliffe (1320-1384)
Fecha: Miércoles, 24 de octubre del 2012 ID: 201500000661

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En esta oportunidad aprenderemos más sobre uno de los precursores de la Reforma Protestante: John Wycliffe, quien fue un prominente teólogo y reformador inglés durante el fin de la Edad Media. Enseñaba en la universidad de Oxford. Promovió el conocimiento y la autoridad de la Biblia y fue condenado por el Papa en 1377 por apoyar al gobierno en su intento de confiscar las propiedades de los curas corruptos. Wycliffe predicaba contra la tiranía espiritual del clero y la autoridad del Papa. Se oponía a la existencia de papas, cardenales, patriarcas y monjes; atacaba la doctrina de la transubstanciación y la confesión auricular. Defendía el derecho del pueblo de leer la Biblia, y la tradujo al inglés. A sus seguidores se les llamaba lolardos. Publicó una traducción de la Vulgata Latina en inglés en 1382. Por su visión de reformador en la época más oscura de la Edad Media es conocido como "La Estrella Temprana de la Reforma".

BIOGRAFÍA

John Wycliffe nació en Hipswell, Inglaterra en 1320 - Murió en Lutterworth, Inglaterra, el 31 de diciembre de 1384. Su vida se sitúa en la Inglaterra del siglo XIV, donde, tras su formación personal, accederá a la cátedra de Teología en la universidad de Oxford. Al acabar sus estudios, usó sus contactos personales para acceder en 1378 a la Corte Inglesa, siendo el protegido personal del duque de Lancaster Juan de Gante y tutor personal del rey Ricardo II de Inglaterra de 1367 hasta su muerte.

Es en esa época donde inicia sus críticas radicales y polémicas hacia la institución eclesiástica, evitando, en varias ocasiones, y gracias a sus contactos, ser procesado personalmente, por su catalogación de "anticristo" por el propio pontífice romano.

El 19 de febrero de 1377, Wycliffe fue llamado por el obispo de Londres, Guillaume Courtenay, para que expusiera su doctrina. El interrogatorio se terminó cuando Juan de Gante, que había acompañado a Wycliffe, se encontró en medio de una refriega con el obispo y su entorno. El 22 de mayo de 1377, el papa Gregorio XI publicó numerosas bulas acusando a Wycliffe de herejía. En el otoño de ese mismo año, el Parlamento le pidió explicaciones sobre el carácter legal de la prohibición hecha a la Iglesia de Inglaterra acerca de transferir sus bienes al extranjero por orden del Papa. Wycliffe confirmó la legalidad de dicha prohibición, y a principios del 1378 fue convocado de nuevo por el arzobispo de Canterbury, Simon de Sudbury. Wycliffe recibió sólo una pequeña sanción gracias a sus relaciones privilegiadas con la Corte.

En lugar de retractarse, en 1378 niega la transubstanciación en la eucaristía, lo cual crea un profundo escándalo en la sociedad inglesa, que le supuso su expulsión definitiva de la Corte y de su cátedra universitaria.

Durante el año 1378, Wycliffe y sus amigos de Oxford empezaron la traducción al inglés de la Vulgata, desafiando la prohibición de la Iglesia Católica. En 1379, Wycliffe repudió la doctrina de la transubstanciación (conversión del pan y del vino en el cuerpo y la sangre real de Jesucristo). Esta toma de posición tan atrevida suscitó tal reprobación que Juan de Gante le retiró su apoyo. Wycliffe envió, a partir de 1380, a sus discípulos, a los que llamaban los pobres predicadores, a las ciudades para que dieran a conocer sus tesis religiosas igualitarias. Los predicadores se encontraron, en todas partes, con una gran audiencia, y Wycliffe fue acusado de sembrar el desorden social. Sin embargo, no se implicó directamente en la sublevación de los campesinos en 1381, aunque es probable que sus doctrinas influyeran en ellos. En mayo de 1382, Couternay, nombrado arzobispo de Canterbury, llevó a Wycliffe ante un tribunal eclesiástico que le condenó por hereje y determinó su expulsión de Oxford. Wycliffe se retiró a su parroquia de Lutterworth.

En 1382 el entonces arzobispo de Canterbury, Courtenay, reúne un sínodo para analizar detenidamente las teorías de Wycliffe, que son definitivamente condenadas como heréticas, y nuevamente, gracias a sus contactos, se salva de la cárcel en un momento en que sus seguidores, los lolardos, empiezan a surgir.

El duque de Lancaster, el pueblo londinense y, durante un tiempo, las órdenes mendicantes sostuvieron sus ideas que fueron propagadas por Inglaterra por los predicadores itinerantes. Sus ataques contra el papado le costaron la condena de Roma y, en 1384, Wycliffe murió totalmente solo.

El Concilio de Constanza declaró a John Wycliffe culpable de herejía en 1414 y se ordenó la quema de sus libros, así como la exhumación de su cuerpo y la quema de sus huesos, cuyas cenizas serían tiradas al río Swift a su paso por Lutterworth.

SUS ÚLTIMOS AÑOS

El que Wycliffe todavía siguiera viviendo en libertad tiene que atribuirse al apoyo continuo de algunos de sus poderosos amigos y a la actitud del parlamento, que todavía no se había convertido en lacayo del nuevo arzobispo. Wycliffe centralizó sus actividades en Lutterworth y continuó escribiendo e inspirando a sus seguidores. Fijó su atención particularmente en las acciones del obispo de Norwich, Henry le Despenser, quien se había distinguido durante la revuelta de los campesinos por su valor y dirección en el logro de la derrota inicial de los rebeldes en Norfolk.

Este obispo, orgulloso de su reputación recién ganada, decidió participar en el Cisma papal. En 1383 obtuvo de Urbano VI una bula que le autorizaba a organizar una cruzada en contra de Clemente VII. Rápidamente reunió un ejército por medio de prometer absolución y dar cartas de indulgencia a los que sirvieran bajo su mando. Wycliffe ya se había expresado claramente sobre el cisma, y su próximo paso fue escribir un tratado intitulado Against the War of the Clerg (Contra la guerra del clero). Comparó el cisma a dos perros que estuvieran peleando por un hueso. Sostuvo que toda la disputa era contraria al espíritu de Cristo, pues tenía que ver con ganar poderío y una alta posición en el mundo. Dijo Wycliffe que el prometer a alguien el perdón de pecados por participar en tal guerra se basaba en una mentira. Más bien, éstos morirían como incrédulos si caían en un combate que de ningún modo era cristiano. La cruzada fue un terrible fracaso, y el obispo anteriormente orgulloso regresó a Inglaterra avergonzado.

Antes, en 1382, Wycliffe había sufrido un ataque apoplético que lo había dejado parcialmente incapacitado. Dos años más tarde un segundo ataque lo dejó paralizado y sin habla. Murió unos cuantos días después, el 31 de diciembre de 1384, y fue enterrado en el patio de la iglesia de Lutterworth, donde sus restos permanecieron sin ser tocados por más de 40 años.

Entonces, en 1428, hubo un acontecimiento raro y asombroso y al mismo tiempo vergonzoso. En conformidad con el decreto del Concilio de Constanza emitido 14 años antes, la tumba de John Wycliffe fue abierta. Sus restos fueron exhumados y quemados, y las cenizas fueron llevadas al pequeño río Swift, que fluía cerca. Allí las cenizas fueron esparcidas sobre las aguas para que flotaran corriente abajo al río Avon, luego al Severnn y, finalmente, al mar. Los que ejecutaron este acto no le atribuyeron ningún significado simbólico. Sin embargo, los que quisieron consolarse por esta acción de venganza la interpretaron de manera simbólica.

LEGADO

Tras su muerte, sus enseñanzas se expandieron con rapidez. Su Biblia, que apareció en 1388, se repartió profusamente por medio de sus discípulos. Sus obras influyeron de manera inequívoca en el reformador checo Juan Hus y en los anabaptistas, así como en la sublevación que él promovió contra la Iglesia Católica. Martín Lutero reconoció, asimismo, la influencia que Wycliffe ejerció en sus ideas.

En mayo de 1415, el Concilio de Constanza condenó las herejías de Wycliffe y ordenó que su cuerpo fuera exhumado y quemado. Este decreto se llevó a cabo en 1428.

El pensamiento de Wycliffe representó una ruptura total con la Iglesia Católica, en la medida en que él afirmaba que existía una relación directa entre los hombres y Dios, sin la intromisión de la Iglesia de Roma. Ateniéndose a las Sagradas Escrituras, Wycliffe pensaba que los cristianos tenían derecho a dirigir sus vidas sin la intervención del Papa o de sus prelados. Wycliffe puso en cuestión las numerosas creencias y prácticas de la Iglesia de Roma, juzgándolas contrarias a las Escrituras. Condenó la esclavitud y la guerra, defendiendo la idea de que la clerecía cristiana tenía que seguir el ideal de la pobreza evangélica, predicada por Cristo y sus apóstoles.

Este artículo está bajo una licencia de Creative Commons.

1 Tesalonicenses 1:10 (RVR 1960)

Y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera.

Palabras Claves: John Wycliffe Martires de la Fe Heroes de la fe

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