Filip 2:8 y hallándose en forma de hombre… (LBLA)
Mucha gente vio a Cristo sólo como un hombre, pero Él es Dios.
Después de ganar una medalla de oro en las Olimpiadas de París en 1924, el corredor escocés Eric Liddell sirvió como misionero en China, murió en un campo de prisión durante la Segunda Guerra Mundial. Los prisioneros del campo amaban a Eric, debido a que él les sirvió tan desinteresadamente.
Fue hasta su funeral que supieron que había sido un héroe olímpico. No tenían idea de su verdadera identidad. La mayoría de la gente no se da cuenta de la verdadera identidad de Cristo tampoco, ya que estaba en la “condición de hombre” (Filip 2:8) A primera vista esa frase parece como una repetición del versículo 7 “hecho semejante a los hombres”, podríamos parafrasear el verso 8 así: “fue descubierto pareciendo un hombre”, la diferencia entre el verso 7 y el 8 es un cambio de enfoque.
En el verso 8 vemos la humillación de Cristo desde el punto de vista de aquellos que le vieron. Cristo fue el Dios-hombre, pero como la gente lo vio, ellos vieron la “apariencia” (del griego schema “forma externa”) de hombre. Pablo estaba dando a entender que aunque Cristo pareció ser un hombre, había mucho más de Él que no podía ser visto naturalmente.
Para Cristo convertirse en hombre fue humillante. Para Él, no ser reconocido, debió ser humillante. Hizo milagros y enseñó con autoridad, aun así las respuestas típicas fueron: “eres un samaritano y tienes demonio” (Juan 8:48) y “¿no es este el hijo de José cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo pues, dice éste: Del cielo he descendido?” (Juan 6:42).
Debido a que sus mentes estaban entenebrecidas por el pecado, la gente reconoció Su humanidad, pero no podía ver Su deidad. No pudieron reconocer quién realmente era Él. No solamente trataron al Rey de reyes como hombre sino como el peor de los hombres, como un criminal.
A diferencia de la gente que no reconoció la verdadera identidad de Cristo, honrémoslo a través de una vida de adoración y obediencia.
Por John MacArthur