1Co 15:1 Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis
La iglesia verdadera ha testificado siempre del poder de la resurrección.
Kenneth Scott Latourette comentó en su “Historia de la expansión del cristianismo”: “fue la convicción de la resurrección de Jesús la que sacó a sus seguidores de la desesperación que su muerte les había arrojado y que condujo a la perpetuación de un movimiento comenzado por él” Esta declaración fue cierta para la iglesia de Corinto, incluso con sus numerosos problemas.
El apóstol Pablo abre su conocido capítulo sobre la Resurrección en 1 Corintios 15 afirmando implícitamente el testimonio de los corintios a esa doctrina. Simplemente al recibir el evangelio y tener sus vidas transformadas, los creyentes en Corinto demostraron la realidad de la resurrección de Jesús. Y esa resurrección es lo que le dio poder al Evangelio. Pablo no necesitaba recordarle explícitamente a los corintios de la resurrección de Cristo hasta el verso 4 “resucitó al tercer día” El apóstol estaba confiado en el principio en que los corintios habían creído: la verdad de la resurrección del Señor.
El hecho de que la iglesia de Corinto continuó existiendo, aunque llena de problemas de inmadurez y otras debilidades, era un testimonio sólido del poder del evangelio del Cristo resucitado. Sólo un Salvador vivo pudo haber convertido a algunos de los pecadores más endurecidos de Corinto (estafadores, idólatras, inmorales sexualmente) a una comunidad de redimidos. A Pablo le preocupaba y angustiaba muchas de las cosas que sucedían y no sucedían en la iglesia de Corinto, pero no dudó en llamar al núcleo de miembros ahí “hermanos”
A pesar de muchos desafíos de escepticismo, persecución, herejía e infidelidad, la iglesia a través de los siglos ha seguido testificando la realidad de la resurrección de Cristo. La iglesia verdadera celebra esa verdad muy a menudo, no sólo el domingo de Pascua. En realidad, debido a que la iglesia se reúne los domingos, el Día del Señor, el primer día de la semana, (cuando Jesús resucitó) recordamos la resurrección cada semana. Alaba al Señor por ese recordatorio la próxima vez que le adores en el Día del Señor.
Por John MacArthur
