PERÚ. – Evangelina Chamorro Díaz volvió a nacer. La mujer de 32 años que fue arrastrada por un huaico en Punta Hermosa ya pudo abrazar a sus familiares y se encuentra recuperándose. El desprendimiento la arrastró más de 600 metros. Lo más insólito –cuenta– es que, durante su odisea, la avalancha de agua y lodo se la quiso ‘tragar’ hasta en cuatro oportunidades. “Apenas tomaba aire y volvía a hundirme”, dice ella.
Al límite de la conciencia, Evangelina se encontró flotando sumergida en el lodo oscuro, se sintió embargada por un sentimiento de paz y bienestar, se imaginó muerta o por morir. En cualquier caso, se entregó al posible final porque “estaba sufriendo”, revela.
No sabe cuánto duró esa impresión porque la vida –esa que estaba por dejar ir–, la urgió a luchar: “Pensé en Dios y en mis hijas”, confiesa.
Estaba en un corral
Evangelina fue arrastrada junto con su esposo, Armando Rivera, pero él pudo salir por su cuenta mucho antes de llegar al puente que cruza la Panamericana Sur. “Nosotros salimos a dar de comer a los animales, cuando, a lo lejos, escuchamos un estruendo.
Pensé que se habían chocado dos camiones en la carretera”, recuerda el mototaxista. No pasó mucho tiempo y el deslizamiento los sorprendió en la granja, situada a la altura de ‘La Tranquera’, en el acceso a la zona de Villa Nueva Navarra, donde viven con sus dos hijas de 10 y 5 años. Ese día, las niñas no salieron de casa.
“Alcanzamos a agarrarnos a un tronco de eucalipto, pero la fuerza del huaico hizo que nos soltáramos de las manos. Vi como el lodo se llevaba a mi esposa. No pensé encontrarla con vida. Dios es grande, ¡es un milagro que esté viva!”, dice Armando, al salir de alta del hospital María Auxiliadora.
“Le pedí fuerzas a Dios”
Evangelina confiesa que ella luchaba por salir de aquella avalancha de agua y lodo. “Pensé en darme por vencida, pero a cada instante le pedía a Dios que me diera fuerzas para seguir luchando”, señaló.
Ella fue visitada por la ministra de Salud, Patricia García, a quien agradeció por su preocupación. La ‘Mujer de acero’ añadió que en los primeros instantes vio cómo una caseta, vacas, cerdos y montículos de maderas pasaban por su lado. “Este huaico fue implacable, también fue generoso con nosotros”. Durante el vertiginoso recorrido se sumergió cuatro veces en el lodo, pero luchó por vivir.
Pasó el puente de la Panamericana Sur y antes de llegar al segundo puente que cruza la antigua carretera tuvo la suerte de que la caseta que había visto pasar se quedó atascada en la boca del túnel.
Esto permitió que alrededor de ella se formaba una poza. El lodo no avanzó hacia el mar. Evangelina salió como pudo a la superficie. En ese momento varias personas la ayudaron a salir. Un milagro.